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motivos desconocidos

Hubo varias versiones respecto al origen de las llamas. La que más circuló en la época indicaba que se habría roto un gran quemador de gas líquido (gas de hidrógeno) colocado bajo el altar mayor. Sin embargo, esta hipótesis se descartó, pues tanto el clérigo como el ingeniero de la empresa capitalina de gas afirmaron que la iglesia no contaba con instalaciones de gas ni lámparas en base a este combustible.

El presbítero Mariano Casanova afirmó que, si bien una sumatoria de condiciones fueron las razones del incendio, el verdadero responsable habría sido un hombre de pueblo que, al percatarse que se había encendido una de las flores de papel que adornaban la media luna principal, habría tratado de apagarla de un soplo, propagando el fuego a las demás flores. Frente a su desesperación, dicho sujeto intentó ahogar el fuego con la falda de su paletó, con lo que sólo consiguió aumentar el fuego y expandir las chispas a los demás adornos del altar. Finalmente, la Corte Suprema de Justicia confirmó el 5 de noviembre de 1864 que no existía ningún antecedente para atribuir culpabilidad a persona alguna.

Sin importar cómo surgió el fuego, los materiales y combustibles que estaban presentes en la iglesia no dejan dudas sobre la rapidez y voracidad del incendio. Unas 7.000 velas encendidas y unos 1.200 globos de aceite (que funcionaban con parafina) iluminaban el templo. Por su parte, los materiales que adornaban el templo -flores de papel, lienzos, tules, entre otros- avivaron las llamas entre las alas de la iglesia, haciendo inflamar la vieja madera que cimentaba la estructura pintada con óleo. Francisco Javier Tocornal, médico encargado de las pericias forenses, expidió un informe que dejó en evidencia las diferentes formas de morir que tuvieron los asistentes, las que permiten imaginar la macabra escena: flores encendidas cayendo del cielo, lámparas de parafina explotando y lanzando su ardiente contenido, sebo goteando sobre las cabezas de la multitud, una masa de cuerpos bloqueando la entrada. El resultado fueron miles de personas muertas por asfixia, por compresión o por carbonización.