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editorial del primer número

"Vivimos del arte y para el arte"

(José Miguel Blanco)

En el editorial que da inicio a su publicación, José Miguel Blanco se refiere a los propósitos que animaron la fundación de El taller ilustrado. Por una parte, aspiraban a difundir el arte entre el público general, dando a conocer a los principales creadores, sus obras paradigmáticas y sus características estilísticas, y procurando así fomentar la asistencia a los salones. Más allá de esta vocación divulgativa, el semanario apeló también a un segmento especializado, interesado en participar de un debate profundo e informado sobre la materia. El periódico incluyó regularmente colaboraciones de los mismos artistas, quienes aportaban con crónicas, reflexiones y artículos teóricos. La participación directa de los artistas permitió a El taller ilustrado propugnar una reivindicación de la crítica, realizada desde el punto de vista de los propios creadores, y no del crítico que nunca se ha enfrentado a una tela desnuda ni ha sostenido en su mano un cincel. "Desde las columnas de El Taller Ilustrado", anunciaba Blanco, "trataremos de enmendar el rumbo de la crítica, y de estimular a la juventud que se dedica al arte" (El taller ilustrado, (1): 1).

Además de las reseñas sobre exposiciones y los artículos de historia del arte, la revista incluyó textos técnicos dirigidos especialmente a los artistas, destinados a difundir técnicas tradicionales y apoyar el proceso creativo. En relación a estos documentos, Blanco advertía: "No pretendemos tener originalidad ninguna en nuestros escritos. Por el contrario, confesamos que ellas son, reminiscencias, o, si se quiere, un plagio, de las lecturas a las cuales hemos consagrado las horas de reposo, después de las fatigas del taller." (ibíd.)