Subir

José Tomás Urmeneta y García-Abello (1808-1878)

José Tomás Urmeneta García-Abello nació el 8 de octubre de 1808, probablemente en Limache. Fue hijo del comerciante español Tomás Ignacio Urmeneta (1777-1819), quien llegó a Chile desde España junto a varios de sus familiares a fines del siglo XVIII, y de Manuela García-Abello Pizarro, hija del Corregidor de La Serena. Su padre, Tomás Ignacio, era sobrino de Francisco Javier Urmeneta, primer esposo de Manuela García-Abello Pizarro.

De pequeño José Tomás se trasladó con su familia a Santiago, luego de que su padre decidiera continuar con sus negocios en esa ciudad. Este último falleció en 1818, lo que dejó a José Tomás, su madre y su hermano menor, Manuel Jerónimo, bajo la custodia de su hermano materno, Francisco Javier Urmeneta, también comerciante y con negocios de importación y exportación en Santiago y Valparaíso. Este era dueño de sus propios barcos, lo que para entonces implicó una gran ventaja económica para él y su familia.

En 1827, José Tomás Urmeneta fue enviado por orden de su hermano a Estados Unidos para estudiar en la escuela mercantil de Rhode Island, donde aprendió inglés y se formó específicamente en conocimientos económicos y comerciales. Volvió a Chile en 1827 y rápidamente se embarcó a España para desarrollar negocios de importación y exportación a través de una empresa creada junto a su hermano Francisco Javier y otros dos comerciantes chilenos, Manuel Hipólito Riesco (1792-1867) y José Ramón Sanchez. Sin embargo, la empresa fracasó por la situación política y social que vivía España para ese entonces, lo que no le permitió comerciar ni encontrar capitales para invertir. Tras esto, viajó a Inglaterra donde continuó sus estudios, a la par que observó el crecimiento industrial de Londres y otras ciudades británicas (Nazer, Ricardo. José Tomás Urmeneta: un empresario del siglo XIX. Santiago: DIBAM, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 1994, p. 40).

Al retornar nuevamente a Chile, Urmeneta se contactó con su hermana, Josefa Urmeneta, quien se había casado con el empresario minero de la plata y el cobre, dueño del yacimiento de Arqueros y de la mina de cobre de Tamaya, hacendado y también político, Mariano de Ariztía Astaburuaga (1791-1859). Ariztía empleó como administrador de hacienda a Urmeneta en el valle del Limarí, en sus pertenencias de Sotaquí y Guallillinga. En ese lugar se casó con Carmen Quiroga, miembro de una familia fuertemente relacionada con la minería del Norte Chico y el comercio. Esto le permitió adentrarse en el rubro de la explotación y comercialización de minerales y llegó a registrar a su nombre en 1833 la mina Las Mollacas, cercana al mineral de Tamaya, como uno de sus primeros negocios relacionados. Lo mismo hizo posteriormente con El Durazno, también en esa zona geográfica (Nazer, p. 43).

De tal forma, en 1842 Urmeneta comenzó a trabajar un socavón de extracción de aguas invernales para explotar mineral en Tamaya, principalmente en la mina El Pique y poco a poco fue agregando otras minas a sus faenas, con lo que se convirtió en uno de los empresarios mineros más importantes del interior de la provincia del Limarí. Hacia 1846 creó una sociedad para incursionar en la minería del oro, con la que explotó la veta de la antigua mina El Toro. Al mismo tiempo, participó también en política, siendo electo diputado por Ovalle ese mismo año.

Luego de sortear problemas económicos debido al alto costo de mantención de las minas y del trabajo en los socavones de drenaje, Urmeneta consiguió un préstamo de capital en 1852 para continuar con sus faenas e inició así su periodo más productivo como empresario minero al hallar varias vetas nuevas en la zona de Tamaya. Además, la "cantidad y calidad de la ley de los minerales que entregaba la mina de Urmeneta, estuvo acompañada de un alza extraordinaria de los precios del cobre a nivel mundial, producto de la guerra de Crimea; los precios llegaron en Valparaíso, sobre los veinte pesos y aún más" (Nazer, p. 48). Se transformó así en uno de los empresarios más ricos del país y continuó con su carrera política, esta vez como diputado por Elqui en el periodo 1852-1855. Además, diversificó sus inversiones en fundiciones, haciendas, ferrocarriles y otras actividades industriales.

Posteriormente, se trasladó a Santiago, ciudad desde la cual manejó la mayoría de sus antiguas y nuevas inversiones. Además de las minas de plata, cobre y oro, Urmeneta invirtió capitales en la minería del carbón, la Sociedad Chilena de Fundiciones, la Empresa de Gas de Santiago, en el rubro molinero, bienes raíces, fábricas, en el banco Bezanilla, Mac Clure y Cía., y acciones de sociedades anónimas como el Ferrocarril del Sur, el Banco de Valparaíso y la Cía. Chilena de Seguros (Nazer, p. 55).

A pesar de esa diversificación, José Tomás Urmeneta concentró sus esfuerzos, sobre todo, en "las minas de Tamaya, a cargo de un administrador; la Compañía de Gas de Santiago, dirigida en colaboración con su yerno Maximiano Errázuriz; la Compañía del Ferrocarril del Sur y la Sociedad Chilena de Fundiciones. El resto de sus inversiones son seguidas desde la distancia como socio capitalista, sin participar en la administración" (Nazer, p. 59).

Durante la crisis económica de fines de la década de 1850, Urmeneta creó la sociedad colectiva Urmeneta, Errázuriz y Cía., con la finalidad de fabricar alumbrado público a gas para la ciudad de Santiago. Superada la crisis, continúo con sus negocios y con la compra de haciendas en la Zona Central. De esa manera, hacia 1860 "su capital está diversificado en empresas individuales, colectivas, en comandita y anónimas, cubriendo la mayoría de las áreas de la economía nacional: minería, agricultura, industria, finanzas" (Nazer, p. 62).

En política, fue electo senador para el periodo 1855-1864 y candidato a la Presidencia de la República en 1871, apoyado por el Partido Radical, el Partido Liberal y el Partido Nacional, aunque sin mayor éxito. En el ámbito social, fue benefactor de la Casa de Orates de Santiago, de la Sociedad de Instrucción Primaria, miembro del Cuerpo de Bomberos de Santiago y su primer Superintendente, entre otras actividades benéficas.

José Tomás Urmeneta falleció en su hacienda de Limache el 20 de octubre de 1878.