El Concilio de Trento que se desarrolló entre 1545 y 1563, es considerado el primero de los grandes concilios modernos ya que constituyó el punto de partida de la respuesta de la Iglesia Católica a la Reforma Protestante. Junto con organizar importantes aspectos respecto al dogma como la revelación y los sacramentos, especialmente el de la confesión, sistematizó aspectos de la disciplina del clero regular y secular como las reglas, constituciones y votos. Respecto a la vida religiosa femenina sancionó como condición fundamental de la vida conventual de las mujeres el voto de clausura.

El Concilio de Trento fue recogido en América en diversos concilios provinciales. Los más influyentes para Chile fueron el Tercer Concilio Provincial de Lima (1582-1583) y los sínodos diocesanos de 1688 convocado por Bernardo Carrasco y Saavedra y el de 1763 convocado por Manuel de Alday.