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El "Círculo de Lectura" y el "Club de Señoras de Santiago" en la revista Familia

En su paso por la revista Familia con su sección "La hora de los libros", Amanda Labarca desarrolló diversas actividades con la finalidad de organizar a mujeres de diferentes clases sociales -pero sobre todo de la clase alta o aristocracia y de la emergente clase media- interesadas en la lectura, el desarrollo intelectual y el intercambio de ideas políticas. Una de esas actividades, que tuvo gran difusión en la revista y otros espacios, fue el Círculo de Lectura, fundado en julio de 1915.

Esta agrupación, apoyada también por el Club de Señoras de Santiago, tuvo entre sus objetivos promover la lectura de los clásicos y las nuevas publicaciones literarias, fomentar la educación para las mujeres y desarrollar encuentros de discusión e intercambio de ideas sobre los textos seleccionados para esos fines, incluidos algunos concursos literarios.

Sus integrantes se reunieron semanalmente para compartir lecturas de autores nacionales y extranjeros, además de discutir diferentes contextos culturales. Familia prestó sus páginas para difundir los reglamentos y objetivos de esta organización a través de la sección de Labarca. El Círculo realizó sus sesiones en un local facilitado por una de sus socias, la escritora y periodista feminista Luisa Lynch de Gormaz (1864-1937).

En mayo de 1915 fue la primera vez que Amanda Labarca se refirió en la revista Familia al "Círculos de Lectura", oportunidad en la que comentó la experiencia de los clubes de lectura que conoció durante su estadía en Estados Unidos y Francia. Posteriormente desarrolló la idea de crear un club de ese tipo en Santiago y señaló que su intención era "el aumento de la cultura y el intercambio de ideas entre las mujeres que se preocupan de seguir el movimiento intelectual contemporáneo (…). Son varias las que se han apresurado a contestarnos enviando su adhesión y aun cuando todavía no forman el crecido número que nosotras hubiésemos deseado, creemos que para principiar hemos encontrado ese núcleo de vida, entusiasmo y de fe, del cual invariablemente se desarrollan todas las grandes empresas" (Labarca, Amanda. "Fundación de dos círculos de lectura". Familia. Santiago. Empresa Zig-Zag, año VI, número 66, junio de 1915, p. 12).

Por su parte, el "Club de Señoras de Santiago" fue fundado por Delia Matte de Izquierdo (1886-1941), quien también fue fundadora y miembro permanente del "Círculo de Lectura". Esta agrupación tuvo entre sus tareas la acción social y la difusión de la cultura, agregando a su ideario posterior postulados sobre la emancipación femenina. No contó con el patrocinio de la Iglesia y, por el contrario, esta no aprobó su formación.

La propia revista Familia señaló respecto del Club que "no es por cierto el objeto de esta sociedad el independizar de su hogar a la mujer chilena -¡muy lejos de eso!- sería solo el de aprovechar de sus energías para hacer el bien a sus semejantes y al mismo tiempo cambiar la faz un tanto colonial de esta sociedad. (…) La clase social que el 'Club de Señoras' quiere proteger es más elevada, inteligente, instruida y, por lo tanto, más desgraciada y merecedora de la protección pública y privada. Esta es la de los jóvenes que se educan en los colegios sostenidos por el Gobierno; en los que reciben junto con esmerada y general instrucción, gérmenes de altivez, de independencia, de justas ambiciones… el arte les abre los secretos de sus ideales; la música sus caudales de armonía; la poesía sus profundas aspiraciones; la historia sus enseñanzas alentadoras" (Labarca. "Club de Señoras". Familia. Año VI, número 69, septiembre de 1915, p. 13).

Desde sus orígenes el "Círculo de Lectura" y el "Club de Señoras de Santiago" estuvieron estrechamente ligados. Ambas instancias buscaron romper los vínculos con las instituciones religiosas y no se relacionaron directamente con ninguna de las organizaciones clericales dedicadas a formar y dirigir a las mujeres. Por esto, debieron defenderse de las opiniones y críticas desfavorables que venían "desde sectores religiosos, por su orientación secular. El Club de Señoras fue una reacción femenina ante el tradicional club masculino y procuró llenar el vacío que iba dejando la lenta extinción de las tertulias que se celebraron tradicionalmente" (Lavrin, Asunción. Mujeres, feminismo y cambio social en Argentina, Chile y Uruguay. 1890-1940. Santiago: Centro de Investigación Barros Arana, 2005, p. 361).

Algunos autores han señalado que al interior de estas colectividades existieron dos importantes corrientes feministas que se apoyaron mutuamente: por un parte, un feminismo conservador y elitista y, por otra, un feminismo laico y liberal cercano a la clase media y los sectores populares. Estas colectividades de mujeres "dieron buena cuenta de la naturaleza de la sociabilidad femenina del periodo y de las discusiones que sacudían los círculos más ilustrados de mujeres. Promovían conferencias culturales y literarias, así como reflexiones y debates sobre temas contingentes, tales como los derechos femeninos y el progreso del sufragio en los países avanzados. Mujeres anticlericales y mujeres de iglesia animaron las dos corrientes del feminismo chileno visibles en las primeras décadas del siglo XX. Si bien eran diferentes y en algunos aspectos opuestos -como en la posición frente al aborto y divorcio-, ambos feminismos, católico y laico, coincidieron en un discurso básico que comenzó a perfilarse hacia la época del Centenario y ganó momento hacia la década de 1940" (Huerta, María y Veneros, Diana. "Mujeres, democracia y participación social. Las múltiples representaciones del contrato social", en Stuven, Ana María y Fermandois, Joaquín (editores). Historia de las mujeres en Chile. Tomo 2, Santiago: Taurus, 2014, p. 342).

Durante este proceso, las mujeres intelectuales pasaron "de ser saloniers a editoras literarias, de ser consideradas señoras a intelectuales" y poco a poco a parecieron figuras como "'la opinante anónima de política', 'la publicista' y 'la editora'. Entre ambos períodos encontramos a 'la feminista obrera'. En las primeras décadas del siglo XX encontramos a 'la política organizada', dentro de la que se puede distinguir 'la feminista' y 'la conservadora'. Paralelamente están: 'la empresaria feminista', 'la empresaria cultural', 'la editora literaria'" (Montero, Claudia. "Figuras femeninas en el campo intelectual del Chile de la modernización". Palimpsesto. Volumen VIII, número 11, enero-junio, 2017, p. 39).