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Catorce años en Europa

El compromiso de Fernando Vives no fue bien comprendido en su época. A juicio de sus detractores el padre Vives cometió demasiadas "imprudencias" las cuales le valieron justas reprimendas, destierros y el título de persona non grata. Dos veces fue instado a dejar el país. La segunda vez permaneció catorce años fuera de Chile, especialmente en España, donde formó y dirigió asociaciones de jóvenes católicos y estudió materias relacionadas con la cuestión social y las organizaciones obreras, tanto a nivel sindical como de cooperativas de consumo. En Europa desarrolló sus acciones sin grandes contratiempos pues no contaba con la resistencia que despertaba en Chile.

Pese a su lejanía con Chile siempre mantuvo contacto con el país. A través de su correspondencia con Alberto Hurtado y otros discípulos estaba informado sobre la realidad nacional y mantenía la esperanza de volver para desarrollar su labor en el país. A su regreso a Chile y en sólo cuatro años, desplegó una vasta labor en medios obreros y juveniles. En 1932 había logrado formar la Liga Social que tenía funcionando cinco escuelas y ocho círculos de estudio. En formación estaba un sindicato de profesores particulares y otro de médicos, además de catorce grupos de obreros preparándose para constituir un sindicato.

Otra de las iniciativas materializadas por el padre Vives a su regreso, fue la creación del Círculo Sacerdotal de Estudios Sociales. También participó en la Fundación de la Universidad Popular Juan Enrique Concha, creada para ofrecer a los obreros y empleados una oportunidad para completar su educación. La actividad desplegada entonces por el padre Vives, a diferencia de lo ocurrido en la década de 1910, se enmarcó en Acción Católica, un movimiento que la iglesia chilena comenzó a desarrollar en los años treinta y que pretendía incorporar a los laicos en las labores apostólicas. Los organismos que se establecieron al interior de Acción Católica, el Secretariado de Asistencia Social y Actividades Económico-Sociales fueron encabezados por el padre Fernando Vives, quien los transformó en activos centros de acciones sociales.

La animosidad que su obra despertaba se manifestó también en los últimos años de su vida. Los sectores representados por el Partido Conservador no descansaron hasta verlo alejado de sus funciones. Se recolectaron firmas pidiendo que saliera de Santiago y se le quitó la dirección de la Liga de Acción Sacerdotal. De su tercer destierro sólo lo libró la muerte.