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preocupación por la educación

"Educarse es [...] avanzar hacia el ser, ver y vislumbrar, asumirse el hombre en lo que ahora es y en el hombre que dentro de él pugna por llegar a ser, asumir cada cual la sociedad actual y asumir, adelantándola ya, ahora, la sociedad que hay que construir" (Cultura tradicional, identidad... p. 41). Esta cita demuestra el sentido trascendental que otorgaba Fidel Sepúlveda a la educación, como espacio de encuentro con el otro, con la tradición y, por consiguiente, con la propia identidad.

Frente a la oferta hipertrofiada de bienes y estímulos propia de la sociedad de consumo contemporánea, el autor reivindicó la necesidad de una escuela "que habitúe a la experiencia del tiempo reflexivo, distendido, donde se disfrute y valore el don de la contemplación de lo visible en lo invisible, la audiencia de las voces del silencio, la escritura del proyecto de ser de los cromosomas" ("Estética: Educación de los sentidos y sentido de la educación", p. 25). Propuso una educación de los sentidos que faculte a las personas para "decodificar las apariencias" y distinguir lo genuino de lo espurio, para celebrar los actos cotidianos como rituales y para practicar la vida como un arte de vivir. Se trata de desarrollar la permeabilidad a "la infinitud de ruidos y sonidos del bosque, del desierto, de la cordillera, del mar", como "experiencia insustituible para no dejarse embaucar con falsas voces y sí para reconocer las voces del ser" (op. cit., p. 29).

Su preocupación por la enseñanza y su forma de llevarla a la práctica generó admiración entre sus alumnos, quienes coinciden en reconocerlo como una influencia fundamental tanto en lo profesional como en lo espiritual. Gabriel Castillo, ex alumno, académico y discípulo de Fidel Sepúlveda, vincula la labor docente de este intelectual a la poesía y a la sensibilidad: "La poesía lo escribe, cada día, cada segundo y rara vez lo abandona. Desafío a desmentirme a quien haya sido su alumno en el Departamento de Estética de la Universidad Católica, de donde es profesor titular y en donde a veces se le oye exigir a la clase, casi con enojo, '¡Sensibilidad jóvenes, sensibilidad!'" ("Encuentro con la sensibilidad poética", p. 9). Asimismo, Francisco Mouat escribió: "Sus métodos de enseñanza, más que improvisaciones, respondían a otra naturaleza pedagógica y existencial. Fidel estaba fuera de la norma clásica, y eso me gustaba. Gozaba andar los caminos, mucho más que llegar a una meta determinada" ("Fidel Sepúlveda", p. 38).