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Carnaval

Viviana Morales cuenta en su Crónica del Carnaval de Yaye que en 1991 a medio día comenzaron a llegar los invitados a casa del Alférez,... "algunos a pie, otros en toda clase de vehículos, donde no falta una pequeña carretela tirada por un burro. De esta manera centenar de hombres, mujeres y niños, vecinos y familiares, se reúnen a la hora del almuerzo en espera del carnaval. Los invitados se ubican alrededor de dos largas mesas que están en el corredor de la casa, adornado con antelación. En la mesa más cercana se distinguen los carnavales, los músicos y las personas de mayor status del ayllu; en la segunda mesa hijos del alférez, también niños y jóvenes. Antes de almorzar el carnaval y la carnavala realizan una oración para pedir bendición por los alimentos y el carnaval".

Los lugareños entrevistados por Viviana Morales en 1991 explicaron que los carnavales deben cumplir con algunos requisitos para ocupar dichos cargos. Ambos deben ser varones jóvenes, dinámicos y con mucha energía porque tendrán que soportar la jornada de tres días animando a los concurrentes y no deben beber mucho para cumplir con esa responsabilidad. El vestuario del carnaval consiste en un traje de variados colores, una máscara que generalmente tiene barba y chupalla. El vestuario de la carnavala es un vestido largo, máscara con facciones femeninas y chupalla.

"...Luego del almuerzo un grupo de personas mayores va hacia la chacra y realiza la bendición de los trajes de los carnavales, utilizando hoja de coca y vino blanco. En este ritual se pide a la Pacha Mama buenas cosechas para la comunidad y para el alimento de los animales además de la bendición de los trajes. Después de esto los carnavales se ponen sus trajes de gala que han de vestir durante toda la celebración.

Una vez vestidos los carnavales la gente comienza a cantar coplas acompañados de diversos instrumentos musicales dando comienzo al juego de la harina llamado chaya y una vez finalizado, los carnavales bailan tres pies de cueca en casa del alférez usando ramas de maíz en lugar de pañuelo. Luego los carnavales bailan tres pies de cueca con los alférez y por último las personas que viven en esa casa bailan tres pies de cueca ordenados en dos filas". Terminados los nueve pies de cueca comienzan las visitas de toda la comparsa de vecinos a las casas donde se repite lo mismo nuevamente. De esta manera recorren varias casas hasta que oscurece, regresando a casa del alférez para dejar dormido al carnaval hasta el día siguiente".

Los dos días siguientes tienen características similares al primero pero no están presentes el carnaval y la carnavala. Aún sin estos personajes se bailan seis pies de cueca y se continúa con las visitas a casas de vecinos realizando el juego de la chaya, los almuerzos y brindis con aloja (licor artesanal) en cada ocasión.

El tercer día a media noche se canta una melodía responsorial llamada Illauca, mientras se acerca la madrugada y despedida del carnaval; los concurrentes demuestran su tristeza llorando efusivamente y se da término a la jornada en casa del alférez.

El penúltimo día es el miércoles de ceniza, se almuerza en casa del alférez nuevamente y alrededor de las tres de la tarde hacen su aparición los carnavales repitiéndose el ritual del primer día con nueve pies de cueca y la salida de la comparsa a visitar las casas de los vecinos.

Viviana Morales cuenta en su crónica que, "como se acerca el término del carnaval y esto se simboliza con un funeral de los personajes, en algunas oportunidades los concurrentes tratan de robar a los carnavales para que continúe la fiesta. El carnaval es enterrado simbólicamente durante la madrugada del miércoles para el jueves, en un lugar distante y solitario, junto a los trajes se entierran botellas de vino y aloja y se escogen a las personas que tendrán el rol de alférez el año siguiente. Camino al lugar escogido los concurrentes cantan y bailan la canción de despedida llamada Cacharpaya, cuya música está muy ligada al huayno".

A medio día después del entierro del carnaval se realiza un almuerzo de despedida y termina la celebración con el "volcamiento de la tina". Este ritual consiste en el baile masivo de una cueca final, donde todos los presentes toman implementos usados durante la fiesta: jabas de cerveza, ollas, platos, garrafas de vino vacías, utensilios de cocina y la tina donde fue preparada la aloja y bailan con estos en sus brazos. El alférez baila esta última cueca cargando sobre su espalda los trajes de los carnavales envueltos en aguayo. Se bailan tres pies de cueca y se depositan todos los utensilios con los que se bailó en el suelo boca abajo, así la algarabía de la fiesta se va transformando en silencio y todos se despiden hasta el año siguiente en que se celebrará con nuevos bríos la resurrección y vida del carnaval en homenaje a la Pachamama.