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Disparó en contra de su amante

En el Hotel Crillón -lugar frecuentado por la sociedad santiaguina de la década de 1950- María Carolina Geel encaró a su amante, Roberto Pumarino y le dio muerte. Los testigos que presenciaron el hecho señalaron, en los periódicos de la época, que tras haber cometido el asesinato, la escritora se arrojó sobre su víctima y abrazándolo lo besó para después exclamar: "Era lo que más amaba en la tierra" (Miranda C., Rodrigo. "Disparos en el crillón", Qué pasa, (1533): 80, 26 de agosto, 2000).

Como consecuencia de este hecho fue condenada a tres años de presidio. Sin embargo, no los cumplió, ya que al año siguiente, Gabriela Mistral, desde Nuevo York, ciudad donde ejercía su cargo de cónsl, pidió al presidente Carlos Ibañez del Campo. La carta que le envió dice: "respetuosamente suplicamos a V.E. indulto cabal para María Carolina Geel que deseamos las mujeres hispanoamericanas. Será ésta, una gracia inolvidable para todas nosotras" ("Primer Mandatario aceptó Petición de Gabriela Mistral, El Mercurio, 14 de septiembre, 1956). La respuesta del Presidente de la República no se hizo esperar: "Respetada Gabriela: He vacilado un instante en la forma cómo dirigirme a mi ilustre compatriota. Pero sus admirados libros crean una familiaridad que permite el trato tan directo. Sepa mi estimada amiga, que en el instante en que usted formula una petición, esta es un hecho atendido y resuelto. Es de enorme magnitud lo que Gabriela Mistral ha realizado por Chile por lo que sería incomprensible que el Presidente de la República no escuchase una súplica nacida del corazón de nuestra gran escritora. Considere, pues, desde ya indultada a María Carolina Geel. Con la cordialidad y admiración de siempre le saluda su amigo y Presidente, para quien ha sido gratísimo el poder aceptar esta petición tan humana y emotiva" ("Primer Mandatario aceptó Petición de Gabriela Mistral, El Mercurio, 14 de septiembre, 1956).

El crimen cometido por Geel suscitó múltiples comentarios en la prensa santiaguina. Se afirmó por ejemplo, que lo sucedido el catorce de abril en el hotel Crillón respondía a una estrategia publiciataria de la escritora. Otros como Joaquín Edwards Bello, sostuvieron que fue un acto de locura comentido por una mujer sumida en la ficción: "María Carolina es una niña intoxicada de literatura, introvertida, enferma de incomprensión en un clima de indiferencia. Su mano no se armó para matar un hombre ni un amor. Se armó para matar al monstruo de su frustración (...) tímida y siempre en las nubes, temía que los hombres positivistas le arrancaran de su paraíso. Tenía horror de verse arrancada de sus sueños y sepultada en el basural hediondo de la realidad" ("Cárcel de mujeres", La Nación, 12 de abril, 1956).

María Carolina Geel falleció en enero de 1996 y según su nieto, Sergio Echeverría, nunca más volvió a hablar de lo sucedido esa tarde en el Hotel Crillón.