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Carmen Arriagada (1807-1900)

Carmen Arriagada nació en Chillán el año 1807. Procedente de una familia que se codeaba con dirigentes políticos, su padre fue diputado y amigo personal de O'Higgins, San Martín, los Carrera, y de los presidentes Ramón Freire y Joaquín Prieto. En 1825, se casó con Eduardo Gutike, un militar de origen alemán. Vivieron en Valparaíso y Linares, pero se instalaron definitivamente en Talca el año 1836, donde Carmen vivió hasta su muerte en 1900.

Óscar Pinochet de la Barra, compilador del libro Carmen Arriagada: cartas de una mujer apasionada, destaca desde una perspectiva histórica cómo la escritura de Carmen informa sobre el escenario particular de una nación reciente, en cuanto a la tensión entre la tradición y las nacientes formas de la modernidad. Su adhesión liberal o pipiola y su apoyo activo, en Talca, a la creación de un teatro y a la publicación de un periódico, El Alfa, son algunas muestras de su personalidad descollante. Además, Carmen, conocedora del inglés y el francés, hizo traducciones y, en contadas ocasiones, cooperó con su propia pluma en los diarios El Alfa y, en una ocasión, en 1843, en El Mercurio.

Estas características que Pinochet de la Barra recrea desde un punto de vista histórico y biográfico, serán rearticuladas por Leonidas Morales bajo la perspectiva del género de la carta -específicamente por medio de las cartas de amor que Arriagada dirigió al pintor Juan Mauricio Rugendas-, para determinar ciertos aspectos de la construcción identitaria del sujeto femenino en el siglo XIX chileno.

Carmen Arriagada conoció a Rugendas en 1835. Desde entonces comenzó un intercambio epistolar que duró hasta 1851. El análisis que hace Leonidas Morales de estas cartas de Carmen comienza al observar que ella no solo respondió prontamente todas las misivas del pintor, sino que también las escribe aun cuando no recibía respuesta y a pesar de que no hay pruebas de experiencias amorosas concretas. "Y todo esto no por meses o por algunos años, sino a lo largo de quinces años" (p. 25).

Para explicar esta persistencia, la argumentación de Morales se basa en las características del género epistolar: se le escribe a otro para reconstruir su ausencia, para darle un rostro. Propone que "en el caso de Carmen no solo el otro explícito, Rugendas, era el ausente: en él, a través de él tomaban forma y se subsumían todas las ausencias que definían su vida cotidiana." (p. 27). La realidad de Carmen, exigua en estímulos intelectuales y emocionales, más cercana al pasado colonial que al moderno y progresista que ella imaginaba, producía que intentara, a través de la escritura de la carta, vivir aquellos valores que Rugendas encarnaba. "En Carmen Arriagada el objeto ausente del deseo (un imaginario construido con materiales que provienen sobre todo de lecturas, que fueron vastas) es un orden social, político y cultural moderno, donde las rutinas de la vida cotidiana estén sometidas a las pautas de la superioridad ética y no a las del interés mezquino; a las de la inteligencia, la sensibilidad, los valores estéticos, conciliadas estas pautas con la libertad, y donde la mujer no sea una voz borrosa y de trasfondo, más cerca del decorado que del protagonismo, sino un interlocutor con plenos derechos dentro de un diálogo social, político y cultural, público y privado" (p. 79). En otras palabras, al construir en las cartas al otro ausente como objeto de deseo, construye al mismo tiempo la faz también ausente de su mundo cotidiano.