Generalmente subsumido dentro del fenómeno de la generación literaria de 1938, el angurrientismo ha debido conformarse con un discreto segundo plano en la escena de los movimientos literarios chilenos, aún cuando es considerado en más de un sentido un antecedente directo de la citada generación, muchos de cuyos exponentes participaron y mantuvieron una gran cercanía con el movimiento de Juan Godoy, sobre todo en sus inicios.