Uno de los rasgos más notables de la personalidad de José Santos González Vera, y que se traslada a su literatura, es el sentido del humor. Sin duda, era un hombre muy ocurrente. Se trata siempre de un humorismo amargo y lúcido, e impermeable al facilismo, que solo pueden apreciar los lectores con capacidad de ver las cosas por el revés. Como se trata de un humorismo reflexivo, sentencioso, no produce efectos desternillantes en el lector, sino que suele dejarle más bien un rictus de amargura, quizás porque, como los humoristas finos, hizo de sí mismo el objeto principal -o al menos siempre el primero- de su sarcasmo.