Además de poeta, Gonzalo Millán fue artista plástico, poeta postal y visual. Realizó exposiciones individuales en Chile, Canadá, Estados Unidos, Suecia y Holanda. Su maestro en el área fue Guillermo Deisler, quien introdujo en Chile esa corriente experimental a fines de los 60.

La influencia de la visualidad se hace patente en su poesía. Millán afirmó: "Tengo mala memoria, eso es tiempo, sin embargo, si cierro los ojos puedo reconstruir en detalle cualquier imagen casi fotográficamente. Y así en los versos comprimo la frase, decir lo máximo con el mínimo de palabras. Los medios de masas también nutren la imagen y ahí nacen las referencias intertextuales, como al cine la pintura" ("Hay que salvar el pellejo como sea", LND, 27 agosto -2 de septiembre, 2006, p. 52).