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Bienales Americanas de Grabado

El 20 de Noviembre de 1963 se inauguró en el Museo de Arte Contemporáneo la Primera Bienal Americana de Grabado. El comité organizador de esta primera Bienal estuvo compuesto por Thiago de Mello, Carlos Ortúzar y Nemesio Antúnez, en esos días director del Museo de Arte Contemporáneo. Las bienales de grabado fueron en gran parte financiadas por la Sociedad de Amigos del Arte, entidad vinculada a empresarios privados. Esto despertaría más adelante las suspicacias de sectores vinculados a la izquierda, provocando conflictos que impidieron la realización de una quinta Bienal en 1972.

Los objetivos principales de la Primera Bienal, y que marcaron la pauta para las ediciones siguientes, fueron generar un espacio de difusión del grabado y promover el intercambio y la comunicación a través del arte. Hasta la segunda versión, realizada en 1965, las bienales mantuvieron una línea tradicional, ostensible en el tipo de obras seleccionadas para la muestra. A partir de la Tercera Bienal, celebrada en 1968, se intentó proyectar una visión más integral del grabado, mediante la realización de conferencias y coloquios complementarios. Esta tendencia continuaría en la Cuarta y última Bienal Americana de Grabado, realizada en 1970. En esta versión se buscó además expandir las conceptualizaciones del grabado más allá de su atribuida raigambre artesanal y elaborar un discurso acerca de la historia del grabado en Chile. En este marco, se exhibieron grabados del artista mexicano Guadalupe Posada, en conjunto con xilografías de la Lira Popular proporcionadas por el bibliógrafo Alamiro de Ávila Martel, además de una sección dedicada al grabador chileno Carlos Hermosilla.

La exhibición de los grabados de la Lira Popular marcó un hito, al dar pie a la creación de un mito de origen popular para el grabado en madera en Chile, idea que fue luego aprehendida por los grabadores del Taller 99 como un antecedente político-histórico para su trabajo.