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Presencia de Ramón López Velarde en Chile

El año 1963 se publicaron 5.000 ejemplares de este libro editado por la Sociedad de Escritores de Chile (SECh) en homenaje al Fondo del Plan chileno-mexicano de Cooperación Fraternal que, con motivo del terremoto de Valdivia en 1960, donó un millón de dólares bajo el gobierno de Adolfo López Mateos y permitió la instalación de la Casa del Escritor en la calle Almirante Simpson.

Guillermo Atías, por ese entonces presidente de la SECh, agradeció a Jorge Alessandri Rodríguez haber donado la casa de la calle Almirante Simpson 7 a los escritores y, en el texto de su autoría "Un sencillo voto de gracia", cuenta que el Alcalde de Santiago Ramón Álvarez Goldsack "dispuso que desde la Caja de la Alcaldía brotaran sillas, mesas, estantes, muebles, lámparas, todo lo que hoy nos permite disfrutar de la atmósfera de familia deseada por el poeta" (Atías, Guillermo. "Un sencillo voto de gracia". En: Atías, Guillermo et ál. Presencia de Ramón López Velarde en Chile. Santiago: Fondo del Plan Chileno-Mexicano de Cooperación Fraternal, 1963, p. 7).

Participaron de este homenaje Gustavo Ortiz Hernán, embajador de México en Chile, y Pablo Neruda, quien años antes solicitara al presidente Alessandri, junto a Ester Matte Alessandri y René Azócar, habilitar una casa para el gremio. La casa pasó a llamarse Refugio Ramón López Velarde en homenaje al "poeta nacional de México, que estará presente en toda la vida literaria chilena del futuro" (p. 8). El vínculo entre Chile y México fue estrechado por Neruda mientras llevó a cabo labores de Cónsul General en México entre los años 1940 y 1943, relación que se consolidó durante su gestión como embajador en México (1958-1964).

Neruda realizó la selección de poemas del autor mexicano. En su texto, "RLV", Neruda recuerda que Ramón López Velarde murió en 1921, mismo año en que él llegaba a Santiago desde Temuco. Años después, en México, alquilaría la Villa de los López Velarde en Coyoacán, "entonces sentí con ansiedad no haber llegado a tiempo en la vida para haber conocido al poeta" ("RLV". En: Atías, Guillermo et ál. Ibíd., p. 24). Para Neruda "en la gran trilogía del modernismo es Ramón López Velarde el maestro final, el que pone el punto sin coma. Una época rumorosa ha terminado. Sus grandes hermanos, el caudaloso Rubén Darío y el lunático Herrera y Reissig, han abierto las puertas de una América anticuada, han hecho circular el aire libre, han llenado de cisnes los parques municipales, y de impaciente sabiduría, tristeza, remordimiento, locura e inteligencia los álbumes de las señoritas, álbumes que desde entonces estallaron con aquella carga peligrosa en los salones" (p. 27).