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Armonías

En 1884 la Biblioteca de La Lectura publicó el tercer libro de Guillermo Blest Gana, en el cual "se nos revela el poeta en todo el brillo de su injenio y la madurez de su talento" (Antonio Orrego Barros. Prólogo a Obras completas de Guillermo Blest Gana, p. XXXII).

Con Armonías, Guillermo Blest instala su poesía en un circuito de valoración intelectual internacional. Su poesía ha madurado, tal como lo atestigua la crítica de Antonio Orrego: "Armonías coloca a su autor a la altura de Sanfuentes, notable por su abundancia académica; de Lillo, el poeta de suave lirismo; de Matta, el bardo de la sujestion; de Soffia que escondió la mejor parte de su obra, la de terrible ironía, para mostrarnos sus amables estrofas; de Rodríguez Velasco, el poeta de salón; de Barra, el poeta del ritmo; de Ramón Francisco Ovalle, el clásico correcto y de nuestras dos poetisas, la clásica señora doña Mercedes Marín del Solar y la romántica dama Rosario Orrego de Uribe" (op. cit., p. XXXII).

El último poema de Armonías es "Mirada retrospectiva", uno de los sonetos mejor logrados de Guillermo Blest Gana:

Al llegar a la pájina postrera

De la traji-comedia de mi vida

Vuelvo la vista al punto de partida

Con el dolor de quien ya nada espera.

¡Cuánta noble ambicion que fué quimera!

¡Cuánta bella ilusion desvanecida!

¡Sembrada está la senda recorrida

Con las flores de aquella primavera!

Pero en esta hora lúgubre, sombría,

De severa verdad y desencanto,

De supremo dolor y de agonía,

Es mi mayor pesar, en mi quebranto

No haber amado mas, yo que creia,

¡Yo que pensaba haber amado tanto!