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primeras poesías

A los catorce años de edad, Guillermo Blest Gana escribía sus primeros versos, con motivo de los certámenes escolares. "Su trabajo mas serio de esa época fue una leyenda histórica sobre el sitio de Rancagua, y dos años después escribió, para presentar como trabajo de curso en un examen de literatura La Muerte de Lautaro, leyenda que fue la primera de sus composiciones que mereció los honores de la publicidad y que aparece inserta en La Revista de Santiago" (Antonio Orrego Barros. Prólogo a Obras completas de Guillermo Blest Gana, pp. IX-X).

Ya en ese entonces leía a Byron, Schiller, Goethe, Espronceda y Bermúdez de Castro, mientras escribía sus primeras leyendas y poesías. Estas fueron publicadas en su debut editorial, Poesías y versos, que comprende una labor literaria de cinco años. Fue impresa en Santiago en 1854 y dedicada a sus hermanos Alberto y Joaquín.

La muerte de su hermana Sara instaló un tono de angustia en estas poesías de época juvenil, que se presentan amargas y desencantadas. "Se le reprochaba en que se presentara a los veinticinco años como un viejo escéptico y desengañado de la vida, sin ilusiones ni esperanzas, abandonado a una melancolía exajerada, hija más que de su propio dolor, de la influencia malsana que ejercia Espronceda sobre toda la literatura americana, defecto que ya su buen sentido le había hecho notar en sus poesías y que él mismo se reprochaba en "Noche XIX" cuando decía: "Nada en la tierra con llorar se avanza / I es forzoso avanzar" (Antonio Orrego Barros. Prólogo a Obras completas de Guillermo Blest Gana, p. XIX).

Pese a ello, el volumen tuvo una favorable acogida por parte tanto del reducido público lector de entonces, como de los círculos intelectuales locales. Andrés Bello, por ejemplo, saludó con parabienes la composición titulada "Soneto", "por lo delicado del asunto y lo bien ajustado que se halla el pensamiento a la forma métrica en que está escrito" (op. cit., pp. XVII-XVIII).

Si a veces silencioso i pensativo

A tu lado me ves, querida mia,

Es porque hallo en tus ojos la armonía

De un lenguaje tan dulce y espresivo.

I eres tan mia entonces, que me privo

Hasta de oir tu voz, porque creeria,

Que rompiendo el silencio, desunia

Mi ser del tuyo cuando en tu alma vivo.

I estás tan bella! Mi placer es tanto,

Es tan completo cuando así te miro,

Siento en mi corazon tan dulce encanto.

Que me parece a veces que en ti admiro

Una vision celeste, un sueño santo

Que va desvanecerse si respiro!

En efecto, fue esta una de las formas poéticas predilectas de Guillermo Blest Gana: "Cuando estaba en Linares me dió por hacer sonetos, porque encuentro que es el molde más adecuado para encuadrar un pensamiento -yo también suelo tener pensamientos- y los tomé con tanto empeño que escribí una sonetería interminable; pero con mi enfermedad primero y después con mi viaje a Panimávida, no supe más de mis papeles, y aunque se ha preguntado a todas partes, no se ha vuelto a saber de ellos." (op. cit. de Guillermo Blest Gana, p. XI).