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Zona sur

Desde mediados del siglo XIX la presión sobre las tierras mapuches se hizo cada vez más intensa. El auge cerealero impulsó a miles de pequeños campesinos a adentrarse en las tierras allende el Bío-Bío, lo que causó frecuentes problemas con las agrupaciones mapuches. Tras la ocupación definitiva de las tierras indígenas en 1881, el auge cerealero fue uno de los puntales del poblamiento de la región y de su despegue económico, condición que mantendría buena parte del siglo XX.

A despecho de los reglamentos gubernamentales que intentaron regular el poblamiento de la región, introducir colonos extranjeros y radicar a las comunidades mapuches, el proceso fue extremadamente desordenado y con altos índices de violencia. El despojo generalizado de la población mapuche y enormes estafas en la adjudicación de tierras fiscales dieron origen a una estructura agraria que reprodujo el modelo de la hacienda del valle central. El resultado fue una sociedad regional fuertemente desigual, en donde el origen étnico fue determinante para el sistema de jerarquías y servidumbres. Los pequeños campesinos mestizos fueron empujados hacia las áreas periféricas y de menor valor económico, y las tierras mapuches quedaron reducidas a su mínima expresión. Arrinconadas en las ásperas tierras de la precordillera andina o en las erosionadas colinas costeras, las comunidades mapuches debieron resistir la presión de hacendados y pequeños campesinos en el contexto de una fuerte violencia interétnica que desbordó los cauces institucionales y que se mantuvo por más de medio siglo.