A mediados de 1938 Jorge Cáceres, de sólo quince años de edad, presenció la intervención del grupo Mandrágora en un acto de homenaje a Pablo Neruda en la Casa Central de la Chile. Una jornada de connotaciones míticas en la historia de la literatura chilena, ya que en ella el poeta Braulio Arenas habría increpado públicamente a Neruda, en un incidente que precipitó el afianzamiento del surrealismo chileno. Después de dicho suceso, Cáceres solicitó su incorporación a la agrupación y, a partir de entonces, su poesía y su actividad artística adhirieron a los principios surrealistas y se desarrollaron con el patrocinio del grupo Mandrágora. En su viaje a París, pocos meses antes de morir, Cáceres tomó contacto con el amplio círculo de poetas y artistas surrealistas que entonces gravitaban en torno a la figura de André Breton, a quien conoció personalmente.