Subir

Maxim: carta a los viejos rockeros (2000)

En Maxim: carta a los viejos rockeros, el autodenominado expoeta José Ángel Cuevas vuelve sobre las imágenes de la década de 1980 para ofrecer un "texto-testimonio transmutado en una vigorosa proclamación épica del infortunio histórico de una generación" (Rodríguez, Ignacio, "Reportaje poético". El Mercurio, Santiago, 24 de junio, 2000, p.10). El libro, dividido en tres secciones -"El Maxim abre sus puertas", "El escenario" y "El sacrificio"-, devela la vida nocturna santiaguina, medio donde conviven la bohemia y la persecución política, la degradación y el poder, encarnados en personajes cuyos nombres propios se mezclan con nombres paródicos.

"De fondo órdenes de censura, allanamientos y falsos enfrentamientos en bloques Portales y Olímpic Village. De fondo un par de cachetadas a la escena literaria local" (González, Yanko. "Maxim, otro rock en sepia". Pluvial, número 2, mayo, 2011, p. 134). Así describe el poeta Yanko González el escenario de estas cartas dirigidas a un pasado oscuro pero que para el José Ángel Cuevas resulta imprescindible para explicar el presente. "El MAXIM es algo así como un universo, o por lo menos un mundo, un mundo sórdido donde la revolución se crucifica, donde el Chile muerto confiesa sus pecados, donde se exudan los crímenes de la dictadura por los cuerpos desnudos de las chicas del show" (Montebruno, Piero, "Quizás venceremos". Rocinante, número 24, 19 de octubre, 2000, p.24).