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Juan Emar en La Nación (1923-1927)

Entre 1923 y 1927, Juan Emar (1893-1964) desarrolló un trabajo de difusión de las vanguardias artísticas y de la crítica de arte en La Nación, aspecto que "fue muy relevante en el proceso de instalación de la vanguardia plástica chilena en el campo pictórico de los años veinte-treinta", aunque en su tiempo esta labor tuvo una fuerte resistencia desde el sector del arte académico (Lizama, Patricio. "Jean Emar / Juan Emar: la vanguardia en Chile". Revista Iberoamericana. Volumen LX, número 168-169, p. 945-946).

En el momento en que Emar publicó estos textos en La Nación, en Chile existía una institucionalidad del arte encabezada por los Consejos de Bellas Artes y la Escuela de Bellas Artes. Los primeros "controlaban la gestión académica y administrativa de la Escuela, la difusión -se encargaban del Salón Anual-, administraban los premios de honor del Gobierno y las recompensas de los certámenes particulares permanentes, elegían las pinturas que adquiría el Museo Nacional, fundaban revistas, y muchas veces aportaban recursos económicos para apoyar a los artistas más destacados". La segunda estaba a cargo de la formación de los artistas, cuya guía para este fin era la tradición académica europea (Lizama, Patricio. "Introducción". Jean Emar: escritos de arte (1923-1925). Santiago: DIBAM, Centro de Investigación Diego Barros Arana, 1992, p. 10). En este contexto, las columnas de Emar, así como las distintas secciones sobre arte que estuvieron a su cargo en La Nación vinieron "a sacudir el letargo academicista chileno estimulando el conocimiento de las últimas tendencias artísticas como el cubismo, el futurismo y el dadaísmo, que se desarrollaban de un modo tan exploratorio como rupturista" (Fuentes Hernández, Pablo. "El relato fundacional de la vanguardia en Chile. Arte, arquitectura y urbanismo en la génesis de un debate integral". Arquitectura Revista. Volumen 14, número 2, 2018, p. 125).

En La Nación -diario que era propiedad de su padre, Eliodoro Yáñez (1860-1932)- el autor firmó como Jean Emar sus textos sobre arte. Emar había regresado a Chile en febrero de 1923, luego de permanecer en París desde 1919, donde había estado en contacto con la "vanguardia francesa" y con artistas como Pablo Picasso (1881-1973), André Derain (1880-1954) y Juan Gris (1887-1927) (Fuentes Hernández, p. 125).

El primer conjunto de textos apareció entre el 15 de abril de 1923 y el 27 de octubre del mismo año. Hasta junio de 1923, estos artículos se publicaron con una frecuencia variable y no tenían una sección fija en el diario. En ellos, Emar presentaba una reflexión sobre algún asunto artístico, "que se complementaba con reproducciones de las tendencias o artistas contemporáneos analizados y también con bocetos o estudios cuando el artículo se refería a pintores nacionales" (Lizama, p. 14).

En "Algo sobre pintura moderna", el primero de los artículos de Emar, presentó una crítica, por una parte, hacia la institucionalidad académica del arte tanto francesa como chilena, por su carácter conservador y, por otra parte, al público que replicaba esta misma posición: "No hay vueltas que darle: los artistas modernos se han vuelto locos. Sobre ello público y viejos maestros de escuela, están de acuerdo. Cuántas veces he visto en París, al público de la ville lumiere, reír a mandíbula batiente, ante las obras del Salón de Otoño y de los Independientes. El público más culto ríe. El nuestro, como todos los restantes, hace eco" (La Nación. Número 2284, 15 abril 1923, p. 9).

A propósito de la formación y exposición en octubre de 1923 del grupo artístico chileno Montparnasse, Emar dedicó una serie de columnas que aparecieron entre el 22 y el 27 de ese mes en La Nación y que fueron el cierre de esta primera etapa de colaboración individual en el medio, pues luego continuaría participando con artículos de su autoría, pero estos formarían parte de secciones del diario.

La primera de ellas y la más referenciada en las investigaciones sobre las iniciativas de difusión del autor fue la sección "Notas de Arte", que dirigió en conjunto con Mina Yáñez, Sara Malvar (1894-1970) y Luis Vargas Rosas (1897-1977). La sección se publicó entre el 4 de diciembre de 1923 y 11 de junio de 1925. Para Lizama, la aparición de las "Notas de Arte" respondió a una "necesidad de ambiente" teniendo como referencia la disputa cultural entre el arte nuevo que se hacía conocido en Chile y la resistencia académica.

El grupo a cargo de la página artística consideraba relevante la existencia de una prensa que diera espacio a las nuevas tendencias y postulaban la necesidad "de crear relaciones entre quienes participaban del espíritu nuevo". Por estas razones, en la sección llamaban a colaborar a los artistas que sintonizaban con tal espíritu. De este modo, "la apertura al conjunto de creadores que apoyaban la renovación, significó articular las 'Notas de Arte' como un espacio que acogía la creación, análisis, recepción de las distintas expresiones artísticas. La pugna por la legitimidad cultural de los contenidos vanguardistas se generalizó a la pintura, literatura, música, arquitectura y cine" (Lizama, p. 16).

En 1925, Eliodoro Yáñez impulsó la creación de una agencia de La Nación en París, espacio que buscaba servir de puente entre franceses y chilenos con el fin de "estrechar los lazos de orden intelectual y económico de estos pueblos". Como parte de una de las iniciativas de esta agencia, Juan Emar, en conjunto con un grupo de colaboradores formado en la capital francesa, continuó con la labor que inició en las "Notas de Arte", con dos secciones: las "Notas de París" en 1926 y "La Nación en París" entre 1926 y 1927, en cuyas páginas "se dieron a conocer tendencias artísticas y culturales emergentes y las creaciones y opiniones de artistas y críticos de prestigio; allí se orientó al público chileno sobre las expresiones vanguardistas, se detectaron carencias y se ofrecieron soluciones para modificar el estado del arte nacional (Lizama, Patricio. "Jean Emar y La Nación de Santiago de Chile en París (1926-1927)". Anales de Literatura Chilena. Número 2, 2001, p. 205).

Si bien las iniciativas impulsadas por Emar tanto desde Chile como en Francia en La Nación presentaron resistencia por la institucionalidad académica y su idea de "transformar el sistema artístico fracasa en su intento", pues fue valorado solo "hasta hace algunas décadas", el autor en su rol de gestor cultural y de crítico del arte logró "generar una crisis en el sistema académico al ponerlo en cuestión y abrir un espacio para discutir la producción artística y promover una postura crítica en esferas que no pertenecen al poder establecido del arte, academia, museo, y que emergía como autónomo" (Rodríguez Acuña, p. 2).