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dimensión genealógica

"No soy como mujer una extraña a la historia; no me estoy subiendo hoy, sino que he estado siempre, pero en esa condición de historia fría". (Julieta Kirkwood, "Por qué este libro y el rollo personal", p. 17).

Uno de los aportes fundamentales de Julieta Kirkwood -considerado un eje de su teoría-, es la inclusión de la dimensión histórica en la problemática del sujeto femenino. Luego del "descubrimiento" de la opresión por sexos -como llama Kirkwood al problema central que aborda su teoría-, se propuso "buscar en el tiempo si otras mujeres se habían hecho las mismas preguntas" (Kirkwood, Julieta. Tejiendo rebeldías, p. 25). El antecedente del MEMCH permite a la autora postular "que nuestra 'idea' no era un idea atemporal -capricho o moda-; que teníamos continuidad en la historia; que teníamos una identidad singular y humana en tanto mujeres" (op. cit., p. 25). Desde entonces, las figuras de Amanda Labarca y Elena Caffarena son los referentes más importantes para la constitución de una tradición feminista nacional.

Este enfoque se vincula con la tendencia presente en la historiografía del siglo XX de registrar la historia no oficial, escrita desde los márgenes del sistema imperante. A juicio de Kirkwood, la historia de las mujeres corresponde, precisamente, a una historia invisible que es necesario recrear desde la voz de sus protagonistas, en respuesta al lenguaje y las construcciones culturales instauradas por el patriarcado.