Fue el contexto de un imaginario colectivo fuertemente influenciado por el darwinismo social, en su calidad de ideología que a través del lenguaje científico permitía definir la identidad y situación de una nación desde las particularidades evolutivas como psicobiológicas de su población, así como también explicar los cambios producidos por la modernización económica y la búsqueda de soluciones de carácter profilácticas a sus consecuencias, cuando la imagen de lo masculino, como señala Bernardo Subercaseaux, se trasformó en el símbolo de la industria, la ciencia, el espíritu emprendedor y la actitud guerrera, es decir, en los valores que debían regir una sociedad en su avance hacia el progreso. El destino de la patria, en tanto cuerpo colectivo, descansaba en la salud del cuerpo varonil, especialmente de los hombres del futuro: los niños.