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historiografía regional

Los estudios de historia regional y local han seguido dos trayectorias de distinta índole, en especial si se las considera en su relación con el resto del mundo historiográfico. Manuel Concha, historiador y cronista de La Serena, fue el historiador más importante del siglo XIX que se dedicó a la historiografía regional. Su obra "Crónicas de la Serena" destaca como un antecedente para la proliferación de historiadores que, durante el siglo XX, se dedicarían a las historias regionales.

A lo largo del siglo XX, en las principales ciudades del país surgió una gran cantidad de cronistas e historiadores locales, cuyas publicaciones no se orientaban tanto al mundo académico, sino a un público eminentemente local. Aunque en ocasiones alcanzaron altos niveles de calidad, sus trabajos se mantuvieron al margen de los avances metodológicos y las discusiones ideológicas que caracterizaron a la historiografía de corte nacional. Entre la pléyade de historiadores y cronistas locales del siglo XX sobresalen los nombres de Vicente Dagnino, Carlos Varas y Luis Alberto Galdames en Arica; Carlos Alfaro en Iquique; Óscar Bermúdez y Floreal Recabarren en Antofagasta; Lincoyán Montiel en Copiapó; Bernardo Cruz y Héctor Miranda en San Felipe; Juan Ugarte Yávar y Roberto Hernández Cornejo en Valparaíso; Félix Miranda y Guillermo Drago en Rancagua; René León Echaíz en Curicó; Gustavo Opazo en Talca; Juan Mujica de la Fuente en Linares; Carlos Oliver y René Louvel en Concepción; Domingo Contreras en Los Ángeles; Félix Leaman y Reinaldo Muñoz Olave en Chillán; Víctor Sánchez en Angol; Eduardo Pino en Temuco; Gabriel Peralta en Osorno; Eduardo Tampe en Puerto Montt; Francisco Javier Cavada y Pedro Barrientos en Chiloé; Danka Ivanov en Aysén; y Armando Braun Menéndez en Magallanes.

Una segunda corriente de historiadores regionales surgió en el último tercio del siglo XX en torno a los departamentos de historia de las universidades regionales. A diferencia de los cronistas e historiadores locales, estos investigadores incursionaron en nuevas áreas de estudio y aplicaron metodologías modernas de investigación, insertándose de lleno en el mundo académico. Entre ellos, destacan las figuras de Sergio González, Jorge Hidalgo y Lautaro Núñez en el Norte Grande, Jorge Pinto en el Norte Chico y la Araucanía; Eduardo Cavieres, Santiago Lorenzo y René Salinas en Valparaíso y Aconcagua; Juan Guillermo Muñoz en O'Higgins y Maule; Fernando Campos Harriet y Leonardo Mazzei en Concepción; Leonardo León en la Araucanía; Rodolfo Urbina en Chiloé; y Mateo Martinic en Magallanes. En la última década se ha revalorizado el trabajo de los historiadores regionales, lo que se ha reflejado en la entrega del Premio Nacional de Historia a investigadores como Mateo Martinic (2000), Lautaro Núñez (2002), Jorge Hidalgo (2004), Eduardo Cavieres (2008) y Jorge Pinto (2012).