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censos y empadronamientos

Si bien desde mediados del siglo XVIII se realizaron varios recuentos parciales de población, el primero que tuvo un carácter más sistemático fue el que se realizó en el obispado de Santiago entre 1777 y 1779 por órdenes del gobernador Agustín de Jáuregui.

Dicho censo tomó como unidad básica los corregimientos y, dentro de ellos, los curatos. Realizado por delegados nombrados por los corregidores, clasificó a la población en grupos sociorraciales (españoles, mestizos, mulatos, indios y negros); a su vez estas categorías se subdividieron en casados, solteros, viudos y párvulos (niños). La cifra total que arrojó el censo para todo el obispado de Santiago fue de 259.646 habitantes.

Con posterioridad, en 1784 se realizó un censo en el archipiélago de Chiloé, el que fue seguido por un recuento parcial de la población del obispado de Santiago en 1787.

En 1791 y 1793 se realizaron bajo el gobierno de Ambrosio O'Higgins nuevas estadísticas de población, que fueron confeccionadas por los eclesiásticos sobre la base de los libros parroquiales, abarcando los territorios de los obispados de Santiago y Concepción y tomando como unidad base las doctrinas, unidad territorial más pequeña. Los resultados del censo fueron: obispado de Santiago, 203.732 habitantes y obispado de Concepción, 105.114 habitantes. Entre otras fallas del censo, la cifra que se indica para el obispado de Santiago es mucho menor a lo que debiera haber sido.

En 1796 Ambrosio O'Higgins ordenó realizar un recuento parcial de la población indígena al sur del río Biobío, el que fue llevado a cabo secretamente por los capitanes de amigos que residían entre la población mapuche. El resultado, bastante inexacto por lo demás, entregó una cifra total de 95.304 indígenas, sin especificar más detalles.

Ya en el período de la independencia, la Junta de Gobierno ordenó realizar un nuevo censo, que se llevó a cabo en todo el país, a excepción de Chiloé. Dicho censo, el primero de carácter nacional, dividió a la población en las mismas categorías sociorraciales que los empadronamientos anteriores e indicó la cifra de 621.866 habitantes para todo el territorio nacional.

En general, la metodología empleada en los diferentes empadronamientos de población que se realizaron durante el siglo XVIII ofrece serias dudas sobre la exactitud de los datos, especialmente en lo que refiere a la distinción entre españoles, mestizos e indígenas. Por otro lado, hay que considerar que una parte significativa de la población mestiza que existía en ese entonces rehuía el empadronamiento para evitar un mayor control de las autoridades, lo que hace que en la gran mayoría de los casos las cifras de población se encuentren subestimadas.