Lautaro era una flecha delgada

(...) Trabajó en las guaridas invisibles / durmió en las sábanas del ventisquero

igualó la conducta de las flechas / bebió la sangre agreste en los caminos

arrebató el tesoro de las olas / se hizo amenaza como un dios sombrío

comió en cada cocina de su pueblo / aprendió el alfabeto del relámpago

olfateó las cenizas esparcidas / envolvió el corazón con pieles negras (...)

Sólo entonces fue digno de su pueblo

Pablo Neruda, Canto General.

La figura de Lautaro ha trascendido largamente el ámbito de la Historia, impactando en áreas como la política y las artes. Usualmente es representado como una figura de cualidades míticas que engloba valores como la libertad y la igualdad. Se representa como un luchador y símbolo de la resistencia a las fuerzas dominantes, al igual que otros héroes de la Guerra de Arauco como Michimalonko, Caupolicán, Lincoyán y Colocolo. Esta imagen sobre Lautaro tiene su origen a inicios del siglo XIX cuando algunos líderes de la independencia sudamericana, como Francisco Miranda y Bernardo O´Higgins, se congregaron en la Logia Lautaro evocando al toqui del siglo XVI como emblema insoslayable del movimiento anticolonial. En el siglo XX, movimientos y agrupaciones políticas también tomaron el nombre de Lautaro para reivindicar sus luchas.

La literatura también ha visto a Lautaro como fuente de inspiración para novelas y poemas. Pablo Neruda dedicó uno de sus poemas del Canto General al guerrero reche, en clara analogía a la represión del gobierno de Gabriel González Videla. También Lautaro aparece en la novela Inés del Alma Mía de Isabel Allende. También Lautaro ha sido llevado a los escenarios, destacando la ópera Lautaro de 1904, estrenada en el Teatro Municipal de Santiago, lugar donde además se realizó una ópera dedicada a Caupolicán.