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"huerfanías"

En el año 1997 Rodrigo Cánovas, con colaboración de Carolina Pizarro, Danilo Santos y Magda Sepúlveda, publica Novela chilena, nuevas generaciones: el abordaje de los huérfanos, un libro que revisa la novela chilena usando la matriz generacional propuesta por Cedomil Goic. Los autores se detienen en los escritores nacidos entre 1950 y 1964, cuyos trabajos fueron publicados entre comienzos de los ochenta y mediados de los noventa. Si bien este período se corresponde con uno tan complejo desde el punto de vista histórico como lo son los últimos años de la dictadura y la transición hacia la democracia, el análisis procura privilegiar el aspecto literario por sobre el contextual.

Uno de los temas centrales es la orfandad: "¿Quién nos habla en la nueva novela chilena? De modo inconfundible, un huérfano. Es como si el sujeto se hubiera vaciado de contenido para exhibir una carencia primigenia, activada por un acontecimiento histórico, el de 1973" (p. 39).

Para Cánovas "aparece en escena, primero, una legión de niños abandonados, iluminada en su centro por la figura del expósito, ser sin protección, guía, ni contento. Niños envejecidos tempranamente, jóvenes sin ilusiones, chivos expiatorios de otras gentes, de otros sueños" (p. 40). Esa matriz se puede aplicar, según el académico, a Santiago Cero, de Carlos Franz, donde surge el resentimiento en contra del padre; en Los recodos del silencio, de Antonio Ostornol, "en el cual un grupo de colegiales reivindica los valores libertarios que les fueron inculcados por sus maestros" (ibíd.); en Tiempo que ladra, de Ana María del Río, donde una hija recupera la memoria de su padre; en Mala onda, de Alberto Fuguet, donde el malestar del "niño down", Matías Vicuña, "proviene de vivir inserto en un país y en un cuadro familiar sin valores" (p. 41).