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jóvenes en proceso de formación

Varios son los ejemplos de novelas y cuentos chilenos protagonizados por adolescentes y jóvenes en proceso de formación. En el relato "La difícil juventud", de Claudio Giaconi, el suelo que pisa Gabriel parece "esfumarse" bajo sus pies producto de una "incertidumbre" personal (p. 28). Por su parte, en No pasó nada y otros relatos, de Antonio Skármeta, un adolescente chileno de 14 años, Lucho, relata con humor, simpatía y cierto lirismo las circunstancias del exilio de su familia, trance que motiva su iniciación en un mundo adverso y desconocido

El año 20, de Luis Enrique Délano, refleja "un momento trascendental en el historial chileno" (O. R., p. 9) a través de los personajes principales que experimentan situaciones de conflicto y crecimiento: uno es un niño que presencia el proceso de adquisición de compromiso militante de su hermano mayor; otro, un abogado que vive en carne propia la época anarquista. El niño, desde su posición privilegiada observa la tensión entre su hermano y su padre cuando este último se niega a que David se involucre en actividades subversivas. Cuando discuten el niño dice: "Me dieron ganas de ponerme a llorar, pero me aguanté, mordiendo la sábana. Tenía que ser hombre" (p. 67). Por su parte, el segundo personaje recuerda sus años de juventud: "Con los estudiantes ocurrió un fenómeno curioso: muchos ni siquiera tenían derecho a voto, porque no habían cumplido aún veintiún años. Pero piense usted en lo que vale un estudiante enrolado en una causa, piense en su entusiasmo, en sus gritos, en su decisión, en su idealismo, en su anhelo de sacrificarse por algo, por lo que sea" (p. 17).

En El último grumete de la Baquedano de Francisco Coloane, destaca la figura de Alejandro Silva, un adolescente de 15 años de edad que se aventura en la búsqueda de su hermano. Otro ejemplo es Palomilla brava, de Víctor Domingo Silva, con Papelucho como personaje central: "Apenas adoptada la resolución de fugarse, sintió el niño que una tranquilidad se adueñaba de su espíritu. Todas las dificultades de su vida se le desvanecían de una vez y como por encanto. ¿A quién, cuando muchacho, no se le había ocurrido algo semejante?" (p. 11).

En otro registro escritural, José Santos González Vera y Manuel Rojas permiten rastrear en Cuando era muchacho y en Imágenes de infancia, respectivamente, ciertos rasgos autobiográficos. En esta última, según se afirma en el prólogo, el autor "está entero. Sus vivencias, desde luego, pero también sus temas y su estilo. Sus temas: el hombre, especialmente el hombre joven que sufre, cae y se levanta; el hombre joven que conoce la miseria, que la sobrelleva, que es" (p. 13).