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Deportes en la literatura chilena

El tratamiento literario de la temática deportiva es complejo y pareciera privilegiar deportes populares como el boxeo y el fútbol. No obstante, existen excepciones. El tenis es tratado en Match ball de Antonio Skármeta, el rugby en El jugador de Rugby de Óscar Bustamante y el básquetbol en "Minuto feliz de largo Viñuelas" de Ramón Díaz Eterovic. Durante la segunda mitad del siglo XIX, Román Vial publicó en sus Costumbres chilenas una crónica titulada "Un paseo a las carreras" -aparecida anteriormente en el primer número de la Revista de Artes y Letras (1884-1890)-, en la que aprovecha de reflexionar sobre el ambiente que estas crean: "En las carreras es donde se ven representados pueblo y sociedad en todas sus esferas, desde el gran aristócrata y la gran señora, hasta el vendedor ambulante y la vendedora de placeres" (Vial, Román. Costumbres chilenas. Santiago: F. Becerra M., 1907, p. 99). Heredia, personaje de las novelas de Ramón Díaz Eterovic, es asiduo apostador en carreras de caballos. Asiste tanto al Hipódromo Chile como al Teletrak.

Poli Délano confirma su inclinación hacia el tema deportivo al trabajar el "catch" (cachacascán). Tanto en Cuadrilátero como en El hombre de la máscara de cuero el escritor pone en escena a Jeff Goodman, el violento "Orangután". La primera intercala los relatos del luchador: "giraban rítmicamente por el ring, trazando una circunferencia dentro del cuadrado" (Délano, Poli. Cuadrilátero. Santiago: Luis Rivano, 1962, p. 9); con los del ciudadano Jeff, que en México Distrito Federal, se sentía "como un paria" (ibíd., 15).

En El hombre de la máscara de cuero vuelve sobre las expectativas que provocaba el personaje: "Cuando el Orangután por fin trepó a la lona, hasta los vendedores de refrescos y cacahuates y paletas detuvieron sus labores para enfocar debidamente el cuadrilátero" (Délano, Poli. El hombre de la máscara de cuero. Santiago: Bruguera, 1984, p. 15). Como sugiere Ramón Díaz Etérovic, la novela va desde "la esperanza al triunfo, y de la gloria a la decadencia" ("Ajedrez de nuestro tiempo". Punto Final, número 263, 27 de abril, 1992, p. 21).

El ajedrez tiene varios cultores, en especial en la poesía. En la antología de Floridor Pérez, Poesía chilena del deporte y los juegos: siglos XVI al XXI, se pueden encontrar versos del mismo poeta y de Fernando González Urízar, José Miguel Ibáñez Langlois, Alfonso Calderón, Miguel Arteche, David Turkeltaub, Julio Carrasco, Juan Cameron, Waldo Rojas, José María Memet y Andrés Morales. En 1966 Braulio Arenas publicó El juego de ajedrez o Visiones del país de las maravillas. En él se pone de manifiesto la escena del juego: "Ya están los dos frente a frente. Una mesa con un simple tablero los separa. Un simple tablero, porque este rito no comporta una ofrenda de tradicionales comidas, salvo, frívolamente, alguna taza de café o algunos cigarrillos" (El juego de ajedrez, o, Visiones del país de las maravillas. Santiago: Lord Cochrane, 1966, p. 15).