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orígenes de la masonería

El origen de la masonería se remonta a la Edad Media europea, donde existían los franc-masones. Estos dominan el arte de construir catedrales y guardaban celosamente los secretos de la construcción, los que eran enseñados en cofradías denominadas logias.

Esta sociabilidad y normas secretas fueron aprovechadas por personas cultas de ideas renacentistas y criticas del catolicismo dominante en la cultura para agruparse e intercambiar ideas. Con el tiempo cuatro logias se unieron en Londres para fundar la Gran Logia de Londres, el 24 de junio de 1717. Unos años después, en 1723, se redacta la primera constitución masónica, donde quedan establecidas las normas y ritos simbólicos de la institución, especialmente la tolerancia religiosa.

Su carácter laico y racionalista, propio de la ilustración, le significó ser condenada por la Iglesia Católica, la que a través de encíclicas y el derecho canónico la ha condenado como "obra del diablo" y "peste impura", prohibiendo a los católicos su pertenencia a la masonería y a los masones las honras fúnebres de la Iglesia y la sepultura católica.

Sus miembros se destacaron en el siglo XVIII por sus ideales ilustrados y su apoyo a las causas republicanas, tanto en Francia como Estados Unidos, adhiriendo a los ideales de la revolución francesa: la libertad, la igualdad y la fraternidad. Asimismo, se encuentra su influencia en los próceres de la independencia americana.