Dentro de la preocupación general por trascender los límites que se observa en la trayectoria de Ludwig Zeller, quizás la frontera que con más intensidad se propuso desafiar fue la que clasifica y encasilla la actividad creativa de acuerdo a la identidad de sus autores, aislando el trabajo de unos y otros. En su obra Zeller buscó destacar el espíritu colectivo de la experiencia poética, presente tanto en la producción de textos en colaboración con otros creadores, como también en la lectura, que se propone como una actividad que participa y actualiza siempre aquel primer momento creativo. La poesía aparece simultáneamente como el lenguaje y el espacio que hacen posible la formación de esa colectividad. De acuerdo con ello, la experiencia poética se vive tanto en la producción y recepción de textos, como en el trabajo colectivo que demanda la conducción de revistas y la labor editorial. En este sentido, más que señalar un grupo específico y limitado, las relaciones de amistad que se observan en homenajes poéticos como Eugenio Granell o la invención del dado, Zeller free dream y Ludwig Zeller, a celebration, entre otros, apuntan a la necesidad de establecer vínculos entre quienes participan de ese espíritu y de esa experiencia estética.