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Sociabilidad popular y socialismo mancomunal

Durante la república parlamentaria de inicios del siglo XX, dominaba en Chile un sistema político caracterizado por la enorme distancia de la sociedad civil con los representantes de la oligarquía. Las formas de comunicación y difusión de la política eran instrumentales al acto de sufragar, prevaleciendo regularmente las prácticas electorales fraudulentas como el cohecho.

Luis Emilio Recabarren defendió la necesidad de asentar una noción de actividad política más amplia, cuya base eran los mismos trabajadores. Estos últimos, en su calidad de ciudadanos, eran la fuente de legitimidad del poder político. La actividad política no se reducía a las votaciones, sino que implicaba un trabajo cotidiano y horizontal de educación social. Aprovechando la sociabilidad y lugares de encuentro de los actores populares, Recabarren impulsó los ideales socialistas. Las organizaciones obreras mancomunales favorecían reuniones abiertas y comunes donde cabían tanto las discusiones políticas como artísticas. Recabarren privilegió así la conversación abierta, incluso al aire libre, como las conferencias ofrecidas en plena Plaza Prat y Condell en Iquique. También incursionó en lo que se ha llamado el teatro obrero, a través de escritura de piezas teatrales como "Desdicha Obrera" y la obra dramática "La Redimida". Obras que sugieren el valor pedagógico que Luis Emilio Recabarren asignaba a las representaciones teatrales. En 1925, de forma póstuma, la Federación de Obreros de Chile publicó "Discursos y Poesía", una colección de escritos y de prosas de Recabarren para ser compartidas en fiestas sociales.

El socialismo mancomunal era un socialismo horizontal y territorializado, compuesto por una federación de células dispersas en oficinas y faenas mineras e industriales. Un socialismo construido sobre la base de los lazos sociales, asociativos y solidarios de las organizaciones obreras. Una forma de hacer política que tenía como base la discusión horizontal, que cultivaba una "inteligencia popular" crítica de la riqueza obtenida por la burguesía, en desmedro de la explotación de los trabajadores.

Uno de los legados de Luis Emilio Recabarren fue precisamente insistir en unir lo social y lo político. Acostumbraba abrir las puertas de las instalaciones de los periódicos para que se reunieran las organizaciones obreras. En la sede de El Grito Popular se estableció una "biblioteca sociológica" para que los trabajadores consultaran libremente. En el mismo lugar frecuentaban mujeres y niños de varias mancomunales, además de los obreros, para asistir a las conferencias dictada por miembros de las propias organizaciones.