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Encomienda indios de Malloa

El gobernador Pedro de Valdivia entregó al capitán Francisco de Riberos dos encomiendas de indios: una en Aconcagua y otra en Malloa, según consta en una escritura pública de 1566. En 1586 su hijo mayor Alonso de Riberos y Figueroa le sucedió en segunda vida en estas encomiendas.

En el siglo XVII las encomiendas de Malloa y de Peteroa fueron concedidas al maestre de campo, don Ignacio de Carrera Yturgoyen, quien trasladó a los indígenas a su estancia de Aculeo. A su muerte fueron traspasadas a su hijo mayor Francisco, casado con la hija del acaudalado comerciante Blas De los Reyes, quien a la muerte de su yerno compró la estancia de Aculeo. De esta forma en 1696, Blas de los Reyes obtuvo la encomienda que había pertenecido a los Carrera e inició una contienda sobre la legalidad de la permanencia de los indígenas de Malloa y Peteroa en su estancia, la que finalizó cuando el gobernador Marín de Poveda en 21 de junio de 1700 autorizó la permanencia de los indígenas en Aculeo.

Por Real Cédula del 4 de octubre de 1702 se confirmó la merced hecha a Blas De los Reyes de las encomiendas de Malloa y Peteroa. El encomendero De los Reyes murió en julio de 1722 y su hijo, el presbítero don Isidoro de los Reyes, heredó la estancia de Aculeo, la que vendió en 1737 a don Juan Francisco de Larrain y Cerda, quién obtuvo la posesión de la encomienda de Malloa.