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Primeras décadas del siglo XX

Si bien el auge de los manuales de urbanidad se vivió a mediados del siglo XIX, continuaron publicándose hasta bien entrado el siglo XX. Siguieron formando parte de la educación infantil, como libritos de cabecera del reglamento de los colegios, aunque su radio de influencia se expandió, llegando a aplicarse a las más diversas personalidades y oficios. Ocurrió así con el Manual de urbanidad y educación de Pedro Martínez Baselga, dedicado a la formación del comerciante. También podemos estimar su influencia en las páginas de las principales revistas de principios del siglo XX como Familia y Pacífico Magazine, que entre otros objetivos se propusieron continuar la labor civilizadora y educadora del ciudadano, recalcando, como lo hacía el manual, las diferencias de clase que se debía asumir y respetar, llamando a llevar la pobreza dignamente, esto es, sin querer aparentar lo que no se era, aunque sin caer en la miseria absoluta. Desde las páginas de dichas revistas se dictaban normas sobre la habitación, la higiene personal, el mobiliario, el vestido, las comidas, recetas de cocina y la economía doméstica en general.

No obstante, el fervor de los autores chilenos por el manual se fue apagando y a mediados del siglo XX sólo se encuentran algunas ediciones de manuales antiguos. Sin duda, el único manual que ha logrado sobrevivir en el tiempo, adoptando algunas modificaciones para parecer menos anacrónico, es el Manual de urbanidad y buenas maneras de Carreño, reeditado en Chile hasta el día de hoy.