A los 18 años, Hübner se presentó ante Eliodoro Yánez, entonces director de La Nación, con la intención de ofrecerse como colaborador externo. Con sorpresa y desilusión, éste solamente lo invitó a comenzar su carrera periodística como ayudante de reportero. Hübner, herido en su dignidad de presunto crítico de letras y artes plásticas, o de gran escritor inédito que aceptaba descender al periodismo, salió por la puerta chica, pero prometió volver. Fueron entonces las tertulias literarias, organizadas dentro de La Nación, las que le brindaron una nueva oportunidad y le permitieron conocer el equipo periodístico. Los años en La Nación fueron para él inolvidables, no sólo por el aprendizaje que obtuvo sino porque pudo conocer a los personajes que influían en el medio intelectual santiaguino, entre ellos: Joaquín Edwards Bello, Hernán Díaz Arrieta (Alone), Inés Echeverría de Larraín, Julio Barrenechea y José Domingo Gómez Rojas.

Hübner siempre recordó con nostalgia aquellos días: "No sólo con papel y tinta y fuerza eléctrica se hacía aquella vieja Nación. Con espíritu, romanticismo, bohemia constructiva: con un terco afán de trabajo y perfección diarias; hasta con un sentido de emulación instintiva que, a ratos, se parecía un tanto al desesperado esfuerzo de una galera" (Manuel Eduardo Hübner. "Cuatro años cerca y adentro de La Nación", La Nación, 14 de enero, 1957).