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Orientación de ensayista

Martín Cerda comenzó a interesarse en el ensayo leyendo a Montaigne y a Ortega y Gasset. Al primero lo estudió extensamente, como fundador moderno de dicha forma literaria. Al segundo, lo consideró paradigma del pensar ensayístico hispanoamericano del siglo XX. Posteriormente, en su viaje a Francia, conoció a otros pensadores que influyeron en su estilo e ideas. A partir de estas experiencias optó por trabajar el ensayo, en un país donde se cultivaba más la poesía y la narrativa. Según Alfonso Calderón: "Martín Cerda eligió el oficio de escritor con el espíritu de quien se prepara para ejercer una labor de caballero andante en una sociedad que rechaza tal misión, y en ello se le fue la vida. Prefirió, como dijo en 1966, escribir "desde la fisura de este mundo" y buscó en diarios y revistas, con ánimo firme, poner en claro el malestar de la civilización, los arraigos de un modo de pensar nuevo, en una era que le gustaba llamar "planetaria" (Ideas sobre el ensayo; recopilación, Alfonso Calderón y Pedro Pablo Zegers. 1a ed. Santiago: Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, c1993. 266 p.)

Martín Cerda quiso ser un escritor testimonial, y lo logró, pues mediante su escritura pudo articular la historia de una época fundamental para el pensamiento moderno. Entregó su visión sobre el desarrollo de la intelectualidad europea, su cultura y la de otros países. Fueron materia de sus ensayos figuras como Brigitte Bardot o Marilyn Monroe, estrellas de cine emblemáticas para una generación, o pensadores como como Friedrich Nietzsche, Roland Barthes o Karl Jaspers; también creadores como Ferdinand Céline, Marguerite Duras y escritores suicidas como Yukio Mishima o Pierre Drieu La Rochelle.

Por otra parte, en sus ensayos dejó un testimonio de la evolución Generación Literaria de 1950 en Chile, grupo del cual formó parte, y de las relaciones que los artistas chilenos tenían en ese tiempo con Europa.