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Reducciones y radicaciones de comunidades mapuche

Luego de consolidarse la ocupación militar en el territorio de la Araucanía, Ngülumapu o Gulumapu -concepto utilizado por los mapuche para referirse a las tierras habitadas por ese pueblo al lado occidental de la Cordillera de los Andes-, el Estado avanzó en el proceso de "liberación" de tierras que antes pertenecían a los indígenas y ponerlas a disposición de la colonización y la explotación económica. Para ello, los espacios definidos como esenciales fueron declarados tierras fiscales, sobre todo en la zona central de las provincias de Bio-Bio y Arauco, denominadas como "territorio de colonización de Angol", que luego se dividió en las provincias de Malleco y Cautín (1887) (González, José y Bernedo, Patricio. "Cartografía de la transformación de un territorio: La Araucanía 1852-1887". Revista de Geografía Norte Grande. Número 54, 2013, p. 179-198).

Allí se implementó la política de radicación y reducción, es decir, la movilización de las comunidades indígenas desde sus territorios de origen hacia tierras del interior y la costa, más pequeñas y menos productivas, donde se intervino la vida y la cultura del pueblo Mapuche en pos de su asimilación socio-cultural o desaparición definitiva. Este sistema no era nuevo, ya se había implementado durante las décadas de 1840 y 1850 pero en menor escala y con menor impacto para las comunidades.

Uno de los primeros en plantear la modernización del sistema de reducciones fue el científico e intelectual Ignacio Domeyko Ancuta (1802-1889) en su texto Araucanía y sus habitantes (1845). Allí expuso que la reducción impuesta por medios violentos era una mala política y que debía ser complementada con la división de tierras (parcelación por núcleo familiar), la educación dirigida desde el Estado, la inserción de nuevas misiones religiosas y la custodia militar para evitar los alzamientos. También planteó la existencia del cargo de "Capitán de Indios", un indígena "civilizado" o un funcionario público que iba a liderar a la comunidad reducida o que tuviera a su cargo varias reducciones (Domeyko, Ignacio. Araucanía y sus habitantes: recuerdos de un viaje hecho en las provincias meridionales de Chile en los meses de enero y febrero de 1845. Santiago: Imprenta Chilena, 1846, p. 87).

Las radicaciones y reducciones partieron de una base jurídica, sustentadas en la Ley de Colonización de 1845; la ley de 1866 que permitió la fundación de pueblos en territorio indígena y otras disposiciones legales y decretos de la década de 1870, que definieron el dominio fiscal, la forma de enajenar, vender y dividir las tierras y la prohibición de adquisición de las mismas si es que sus dueños indígenas tenían títulos de merced sobre ellas, una de las pocas herramientas resguardos de propiedad para los mapuche. Finalmente, en 1883 una ley creo la Comisión Radicadora de Indígenas, encargada de estudiar los espacios o reservas en que serían instaladas las comunidades.

Legalmente se entendió a las familias ampliadas como comuneros y "se les dividiría la tierra en partes iguales, otorgándose título individual al cabeza de familia (ya fuese hombre o mujer). En caso de que la "ocupación colectiva" estuviese bajo el mando de un cacique, la propiedad permanecería indivisa como "propiedad común a todos ellos", aunque sujeta a la posibilidad de su división en caso de solicitarlo "una octava parte de los indígenas cabeza de familia" (Illanes, María. Movimiento en la tierra. Luchas campesinas, resistencia patronal y política social agraria. Chile, 1927-1947. Santiago: LOM, 2019, p. 95).

Respecto a su implementación, se enfrentaron diferentes visiones en la sociedad chilena. Por una parte, los militares que tenían cierto respeto por los longkos, creían que a través de ellos se podía mantener la paz y plantearon la idea de radicarlos en extensiones grandes de tierras, donde cada longko pudiera dirigir a las familias bajo su mandato. Los colonos, empresarios y comerciantes pensaron en reducir al mínimo la población mapuche o llevarlos incluso a la extinción si era necesario, con tal de llevar el progreso económico a la región. Intelectuales, políticos y funcionarios, plantearon la idea de la asimilación de los mapuche al interior de la sociedad chilena a partir de la "civilización", entendida esta como la educación, el abandono del mapuzungun y la adopción del castellano como única lengua; la eliminación de las costumbres ancestrales; la individuación de las comunidades en familias propietarias y la integración de la masa de mapuche sin tierras entre la clase obrera chilena (Bengoa, José. Historia del pueblo mapuche. Siglos XIX y XX. Santiago: LOM, 2017, p. 327).

El intelectual Tomás Guevara Silva (1865-1935), por ejemplo, planteó que la población mapuche se extinguiría y que su lengua y tradiciones serían solo parte de la museografía nacional. Pensó en la idea de asimilación socio-cultural como mecanismo más acorde, algo que dejó plasmado en algunos pasajes de su obra Historia de la civilización de Araucanía (1898-1902). Guevara construyó una visión racializada, nacionalista y colonialista del pueblo Mapuche y fue partidario de segregar a las comunidades y erradicar la estratificación tribal. Su principal punto de crítica fue la mantención del longko como cabeza de las radicaciones. Para él, el longko poseía un lugar político y de privilegio en la sociedad mapuche que luego de la derrota ya no tenía sentido y sobre esta figura escribió que "este jefe es ya inútil en la sociedad araucana, sin funciones determinadas, flojo, que no cultiva el suelo y solo busca mediero. En el pago de las contribuciones, en el talaje y en la explotación agrícola obtiene ventajas en su favor y en perjuicio de la comunidad" (Guevara, Tomás. Historia de la civilización de Araucanía. Tomo III. Santiago: Imprenta, Litografía y Encuadernación Barcelona, 1909, p. 494-495).

En el ámbito de la educación en las reducciones, hubo tres formas a través de las cuales los jóvenes mapuche se integraron a ella. Por una parte, la práctica de adopción que ejercieron algunos jefes militares chilenos, que tomaron al hijo de algún longko con el que tenían estrecha relación y los pusieron bajo su custodia, educándolos en diferentes áreas, sobre todo a leer y escribir; en segundo lugar, las escuelas fundadas en territorio reduccional por las misiones franciscanas, capuchinas y anglicanas, que cumplieron la función de civilizar desde la cristiandad, sobre todo para erradicar las prácticas espirituales ancestrales y costumbres como la poligamia; y, finalmente, la instalación de escuelas fiscales a las que asistían los jóvenes mapuche, incluso algunas de ellas dirigidas por mapuche que se formaron en la Escuela Normal de Preceptores y que luego volvieron a la Araucanía para educar a su pueblo.

En 1890 se le comisionó al oficial del Ejército del Sur José Miguel Varela confeccionar un croquis del territorio que comprendía la zona interior desde el río Chol Chol hacia la cordillera, en donde detalló cómo las reducciones de diferentes fanilias se situaron en las orillas del mismo río, de sus meandros y esteros. En dicho documento apntó incluso los apellidos de las familias o cumindades habitantes de cada lugar (Varela, José Miguel. Croquis de los terrenos que ocupan los indígenas radicados por la comisión de títulos en octubre i noviembre, 1890. Mapoteca Archivo Nacional).

En definitiva, se impuso una política integral que incluyó la mayor parte de las consideraciones expresadas por la sociedad chilena. Así, las comunidades organizadas de manera artificial fueron radicadas y reducidas en espacios del interior, parte de la costa, tierras cordilleranas y semi cordilleranas. Abandonaron su tradición arriera, perdieron muchas de sus riquezas debido a la mala calidad de las tierras entregadas y muchos longkos pasaron de ser terratenientes a pequeños agricultores empobrecidos. Se les prohibió el cruce de la cordillera y se produjo serios problemas internos debido a los intentos de eliminar la estratificación tribal e igualarlos socialmente a todos. A esto se sumó la enajenación fraudulenta de tierras por parte de algunos colonos y a los conflictos entre familias por definir a los propietarios de los títulos de merced.

La radicación y reducción, fue según el historiador Pablo Marimán, la expresión más fidedigna de la acción colonial del Estado de Chile. A través de ese proceso, se quitó a las comunidades su tradición territorial y ganadera, pero también intervino en su "gobernabilidad indígena, la que dejó sin capacidad de maniobrar a la institucionalidad mapuche o bien la relegó tan sólo al ámbito de la reducción, cuestión que demorará unas cuantas décadas en remontar a través de la cristalización de un movimiento supra reduccional que hizo frente o resistencia a las coloniales políticas del Estado, como la Sociedad Caupolicán (1910) o la Federación Araucana (1918)" (Marimán, Pablo. "Los mapuches antes de la conquista militar chileno-argentina". En ¡…Escucha, winka…! Cuatro ensayos de Historia Nacional Mapuche y un epílogo sobre el futuro. Santiago: LOM, 2006, p. 117).