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corporativismo

El ideal corporativo de una "democracia orgánica" que reemplazara el sistema representativo por otro, en el que los gremios estuvieran directamente representados en el Gobierno, permeó amplios sectores de la derecha chilena e incluso algunos de la izquierda.

Mientras la versión más extrema de los ideales corporativos fue tomada por el Movimiento Nacional Socialista, la versión socialcristiana fue tomada por amplios sectores de la Falange Nacional, agrupación que se separó del partido Conservador en 1938.

Tras el término de la Segunda Guerra Mundial y la derrota de las potencias fascistas, el corporativismo como ideal político quedó desacreditado, aunque algunas agrupaciones políticas siguieron manteniendo esa doctrina hasta fines de la década de 1950, como sucedió con el partido Agrario Laborista y otros que apoyaron a Carlos Ibáñez durante su segundo gobierno (1952-1958).

La Falange Nacional, que desde 1957 pasó a conformar el partido Demócrata Cristiano, reinterpretó las ideas corporativistas desde un punto de vista "comunitarista", haciendo hincapié en la necesidad de reforzar los cuerpos intermedios entre el Estado y la sociedad civil.

Los últimos destellos de las ideas corporativistas estuvieron representadas en la década de 1970 en movimientos extremistas como Patria y Libertad y en la declaración de principios que emitió la Junta Militar en 1974, aunque no pasaron de ser mero artificio retórico.