Soledad Bianchi consignó en su libro La memoria: modelo para armar: grupos literarios de la década del sesenta en Chile, dos vertientes de grupos literarios: los que tuvieron mayor repercusión y los marginales. Entre los primeros, destacaron los regionales: Trilce, formado por los alumnos de la Universidad Austral de Valdivia; Arúspice, constituido por los de la Universidad de Concepción, y Tebaida, integrado más heterogéneamente, por estudiantes y profesores de la Universidad de Chile de Arica, de Antofagasta y de Iquique, respectivamente. Estas agrupaciones fueron claves en la difusión de los escritores jóvenes, ya que no sólo fundaron revistas, sino que organizaron encuentros y actividades. En cuanto a los colectivos marginales, existieron: el sureño Grupo Espiga (ligado a la Universidad Católica de Temuco), los capitalinos Grupo América, Escuela de Santiago y Tribu No. Esta vertiente, tuvo una mayor tendencia a interesarse por literatura norteamericana y de ésta, señala Soledad Bianchi, "sacaron la crítica punzante y un cierto modo de mirar la ciudad que, día a día iba creciendo: miembros de la Escuela de Santiago, sostienen que la forma de sus poemas intentaba expresar estas variaciones urbanas: de ahí, sus versos largos y complicados" (La memoria: modelo para armar: grupos literarios de la década del sesenta en Chile. Santiago: DIBAM, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 1995. p. 13). Algunos miembros de estos colectivos marginales fueron los poetas Juan Luis Martínez, Raúl Zurita y Juan Cameron, de Valparaíso.

Por su parte, los grupos más establecidos centraron su atención en los autores latinoamericanos y europeos.