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Brillante carrera editorial

Carlos George Nascimento en sus inicios no poseía una imprenta. Al sentirse más confiado con sus éxitos editoriales se embarcó en la compra de una máquina. Así, en 1923, adquirió por 16 mil pesos una vieja prensa Marinori, propiedad del señor José Pinochet Lebrun y que había llegado a Chile en 1850 para ser usada por el célebre editor Rafael Jover. A pesar de que la máquina era ya vieja, muchas de sus piezas estaban sujetas con alambres y cuando funcionaba producía un ruido infernal, a su nuevo dueño le sirvió para dar inicio a su gran proyecto editorial.

Poco tiempo después compró una linotipia por 8 mil dólares y arrendó un taller en la calle Arturo Prat 1434: "Con licencia de su esposa que toleró ver la imprenta en medio del hogar, Arturo Prat 1434, don Carlos adquirió una prensa Marinori y una linotipia. Ya el primor de la letra, una de las virtudes mayores de su arte gráfico fue constituyéndose en su sello de amor por los libros" (Alfonso Calderón. "¡Adiós Nacimento!", Asimprés Informa, (35): 10, enero, 1986).

El primer libro surgido de esta antigua máquina fue Desolación, de Gabriela Mistral en 1923. En el diseño lo aconsejó Eduardo Barrios, quien "sin asumir el papel de asesor literario, fue un buen amigo de Nascimento. En los múltiples detalles de la elección de los elementos tipográficos, ayudó eficazmente. Tenía muy buen gusto y el editor era también bastante delicado y exigente. Las ediciones de Nascimento han gozado de fama por la sobriedad, limpieza de la composición, armonía, tipografía y belleza de conjunto (Feliú Cruz, Guillermo. "M. Carlos George Nascimento editor de la literatura chilena", Francisco A. Encina, historiador. Santiago: Nascimento, 1967. p. XXXIX).

Luego, en 1924 se imprimió Crepusculario de Pablo Neruda. La edición fue bien particular: a petición del poeta tuvo que ser de formato cuadrado, lo que implicaba una gran pérdida de papel por la forma del corte. Sin embargo, para Nascimento esto no fue un problema incluso tras su publicación se introdujo la moda por los libros cuadrados de poesía.

Por estos años, el sello editorial de Nascimento era reconocido por todos los escritores. Su fundador ya no necesitaba salir más en busca de libros para editar, por el contrario los autores acudían, llevando sus obras hasta su casa. Así lo recuerda Andrés Sabella: "Los 'jóvenes' de 1940 mirábamos a don Carlos como a una autoridad decisiva en el destino de nuestras ambiciones. Si decidía publicarnos, si después de leer nuestros originales nos llamaba a su escritorio y nos soltaba el agua fresca de la buena noticia, salíamos a la calle, realmente, ebrios de alegría. Era la borrachera de la paternidad" (Don M. Carlos George Nascimento y su obra; Agrupación Amigos del Libro. Santiago: Del Pacífico, 1978, p. 21).