La obra El grito fue estrenada en 1963. En ella, Octavio Cintolesi presentó una puesta en escena bastante innovadora para la época. La música -que constaba principalmente de percusiones- fue compuesta por José Arturo Giolito, quien figuraba con su batería sobre una tarima en el mismo escenario, como parte de la obra.

En El grito se reflejaba el conflicto bélico de la Guerra Fría. Aparecían dos grupos enfrentados, vestidos con mallas de distintos colores que representaban las fuerzas contrarias de los Estados Unidos y la Unión Soviética. Aun cuando mantuvo el uso de la zapatilla de punta, Cintolesi prescindió de los elementos más convencionales del ballet: eliminó a los personajes y la narración de historias fantásticas e introdujo en su lugar temáticas sociales y políticas. Su impronta vanguardista hizo del ballet algo más que una entretención o una experiencia estética, para convertirlo en un medio de expresión crítica.