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Antecedentes externos e interno

Existe una serie de antecedentes que pueden considerarse como desencadenantes del proceso independentista en América. Tradicionalmente, se ha planteado que los antecedentes externos que ayudaron a gestar dicho proceso, responden a aquellos elementos que desde fuera del continente propiciaron una postura crítica de las colonias frente a la corona. Entre ellos, se cuentan la influencia de las ideas provenientes de la filosofía de la Ilustración y el Liberalismo.

La Ilustración, promovía las ideas de modernización que apuntaban al predominio de la razón humana por sobre la religión y los gobiernos tiránicos. Sin embargo, la recepción de la Ilustración en América plantea algunas correcciones, pues la crítica a los defectos de la sociedad colonial o la discusión sobre reformas económicas modernizadoras se mantenía dentro de los límites del régimen monárquico, no se cuestionaba necesariamente a la Corona ni la existencia del poder imperial hispano sobre América. En ese último punto, la Independencia de Estados Unidos (1776) y la Revolución Francesa (1789) fueron vistas como antecedentes o ejemplos que permitieron un cuestionamiento más abierto a la situación colonial. No obstante, la influencia de ambos procesos históricos se limitó a reducidos grupos que tuvieron acercamientos a esos hechos a través de lecturas de filosofía y de la prensa de la época que operó como el gran agente movilizador de ideas. Muchos sujetos conocieron esas experiencias políticas directamente a través de sus propios viajes al extranjero.

Por su parte, los principios ideológicos del liberalismo también fueron recogidos por muchos líderes de la independencia americana, aunque la noción de soberanía popular causaba, en general, cierta reticencia pues remitía a lo ocurrido con la independencia de Haití en 1804, donde el levantamiento de esclavos negros y mestizos y las matanzas de terratenientes blancos visibilizaron la peligrosidad de esos sectores y la posible radicalización de los movimientos.

Internamente, cabe mencionar como antecedentes de la independencia, la situación económica de las colonias, sobre todo con posterioridad a las Reformas Borbónicas que, al liberalizar el comercio modificaron las posiciones de monopolio, generando conflictos de intereses entre comerciantes americanos y peninsulares. Además, la mayor presencia de los peninsulares en los cargos administrativos en América, frente a los criollos (hijos de españoles nacidos en el continente americano), que se sentían con los mismos derechos de acceso a esos altos cargos, creó conflictos internos entre una elite que comenzaba a dividirse entre españoles peninsulares y españoles americanos. Lo anterior se acentuó hacia 1808, con la baja representación que los americanos tuvieron en las instituciones que desde la metrópoli debían gobernar el imperio durante la ausencia del Rey.

Sin duda, todos estos hechos concurren a la explicación del fenómeno, pero su significación sólo alcanza sentido cuando se los ubica en la complejidad de su contexto, y en la especificidad de cada territorio.