Luego de estudiar en Europa becado por el gobierno chileno, Carlos Sazié se incorporó a la Casa de Orates e intentó implementar los modelos de asilos para enajenados que había conocido en el viejo continente. Carlos Sazié era partidario de dos terapias, por un lado, el trabajo de los enfermos, y por el otro, las distracciones, vale decir, juegos, lectura, música..., "en fin todo aquello que lograra hacer olvidar al loco las obsesiones y delirios que ocupan su mente".

En 1881, Sazié publicó un trabajo denominado "Influencia del trabajo y de las distracciones en el tratamiento de la enajenación mental" donde insistió que estas actividades además de procurar el reposo del espíritu, mantenían la salud física y producían el equilibrio moral y espiritual.