Subir

Tratamiento médico de la locura

El gobierno de Chile contrató al inglés William Benham, quien estaba avalado por muy buenos antecedentes, como médico residente de la Casa de Orates de Santiago en 1875. El médico consideraba que los dementes eran enfermos y, en consecuencia, era importante darles un asilo hospitalario para frenar la expansión del mal. En su informe planteó que al problema del hacinamiento se sumaba el escaso número de guardianes para vigilar a los más violentos. Los pacientes tranquilos quedaban sin auxilio y en las noches "no importa lo enfermos que se hallen, ni como pueden ser tratados por los otros pacientes que a veces se ponen furiosos; no hay nadie que acuda sus gritos mezclados con los gritos de los pacientes bulliciosos, y aunque puedan morir de un ataque repentino o sufrir las mayores agonías a causa de los dolorosos ataques a que se hallan sujetos, o por los malos tratamientos de los otros, nadie hay que pueda protegerlos del peligro".

Frente a esta realidad Benham propuso el tratamiento moral de la locura que básicamente consistían en enseñar a los locos normas y hábitos básicos como "limpieza y buen orden en los patios, en las piezas, buena y suficiente alimentación y ropa, puntualidad en la comida y en el tiempo del trabajo, ejercicio y entretenimiento, sencilla decoración de los patios, pinturas divertidas e interesantes en las murallas y en los dormitorios; distribución de flores, pájaros, gatos, y perros y otros animales de regalo, como también libros y diarios". La ergoterapia o trabajo de los enfermos ocupaba un lugar fundamental como también un alivio al presupuesto del establecimiento.