La llegada de las órdenes religiosas a Chile ofrece serias dificultades a los historiadores para fijar la fecha del establecimiento de las mismas. En ocasiones, el arribo de uno o más religiosos de una determinada regla no marcaba el establecimiento de ella en nuestro territorio. De todas maneras, la precariedad de la vida en un país recién conquistado no fue obstáculo para que pasado treinta años de la llegada de Pedro de Valdivia a Chile, ya estuvieran firmemente asentadas tres órdenes religiosas (mercedarios, dominicos y franciscanos) que habían levantado conventos en gran parte del país y se habían incorporado plenamente a la sociedad.