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Pabellón de la Exposición de París (1889)

La Exposición de 1889, desarrollada entre el 6 de mayo y el 31 de octubre, se realizó para conmemorar el centenario de la Revolución Francesa. Su principal atractivo -no exento de polémica, ya que al inicio generó un fuerte rechazo- fue la torre Eiffel, de 300 metros de altura, diseñada por el ingeniero Gustave Eiffel. Esta estructura, con sus ascensores y miradores, fue erigida completamente de hierro, otorgándole a la construcción un carácter vanguardista. En tanto, los diferentes países expositores fueron instalados a las riberas del Sena y en otros contados puntos de la ciudad. Chile fue invitado en 1887, y ese mismo año el ministro de Industria y Obras Públicas, Pedro Montt, designó a una comisión ad hoc para trabajar en nuestro país. En Francia, en tanto, el ministro plenipotenciario Carlos Antúnez fue designado como el encargado de resolver todos los detalles en el país organizador. El principal, sin duda, era definir cómo sería el pabellón que representaría a la nación.

Después de varias discusiones, fue propuesta una construcción que incluía metales de uso vanguardista en la arquitectura de la época, como el hierro. La explicación la daba el mismo Antúnez, en carta al ministro Montt: "No somos ni México ni Perú, con patrimonio azteca o incaico, fuentes de posible inspiración, ni es tampoco reproducible, en 500 metros cuadrados una casa solariega de tres patios, con el central convertido en jardín, que tanto impresionan al extranjero. No queda, por consiguiente otro recurso, a mi juicio, que construir un elegante pabellón". (Citado por Basáez Yau, Patricio; Amadori, Ana María. 1889-1989: el pabellón chileno en la Exposición Universal de Paris, p. 57).

Luego de establecido el presupuesto oficial, se llamó a concurso para la realización del pabellón. El proyecto ganador fue el presentado por la firma M.M. Moisant, Laurent, Savey et Cia., a cargo del arquitecto Henri Picq. Con armazón de hierro, "El conjunto se componía de un edificio central con un techo en bóveda regular enmarcado entre cuatro polígonos rectangulares y, en su parte más alta, pequeñas bóvedas esféricas. La entrada, formada por un pórtico prominente que estaba en toda la altura de la construcción, le deba un carácter realmente monumental. La fachada opuesta a la entrada presentaba una estructura que figuraba una especie de jardín de invierno cortado en la mitad de la altura de un balcón que comunicaba con una galería en el primer piso [...] En el interior se distinguen un primer y segundo piso y un espacio vacío en el centro, de modo que los visitantes podían ver desde el segundo los productos exhibidos en el primero". (Norambuena, Carmen, "Imagen de América Latina en la Exposición Universal de París de 1889", en Dimensión Histórica de Chile, N° 17 - 18, p. 106).

El Pabellón fue el primero en ser desarmado y enviado a su país de origen, llegando a Chile en 1890. Pero sólo en 1894 fue instalado en la Quinta Normal, perdurando hasta hoy como el Museo Artequín, con designación de Monumento Histórico Nacional.