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Muerte a los veintiún años

Una grave aflicción al corazón y una deformación a la columna aquejaron al escritor Pedro Balmaceda desde muy pequeño. Debido a una caída sufrida desde los brazos de su niñera en sus primeros meses de vida, tuvo una salud siempre débil y enfermiza.

Falleció el 1 de junio de 1889 y su muerte sorprendió al mundo literario. Rubén Darío estaba en El Salvador cuando se enteró de la noticia, e inspirado en esta escribió el cuento "La muerte de la Emperatriz de China" y el libro homenaje, A. de Gilbert.

Posteriormente, su padre, José Manuel Balmaceda pidió a Manuel Rodríguez Mendoza la recopilación de los textos inéditos dispersos en diarios y revistas, los que fueron reunidos en el libro Estudios y Ensayos Literarios (1889).

En su tumba quedó grabada la frase que una vez el mismo dejó impresa en el ensayo "La novela social contemporánea": "Los hombres pasan y sólo queda su obra, que es documento, que es un pedazo de su vida" (Pedro Balmaceda Toro. Estudios y ensayos literarios, Santiago: Imprenta Cervantes, 1889, p. 200).