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Marcial Cabrera Guerra (1871-1912)

Marcial Cabrera Guerra fue poeta, periodista, editor y crítico. Nació en Talca en 1871, ciudad en la que, joven aún, dio sus primeros pasos en la poesía y, luego, en el periodismo incendiario que caracterizó la carrera que desarrolló en Santiago. Hacia fines del siglo XIX comenzó su colaboración con el periódico La Ley, órgano del Partido Radical. En esta publicación, caracterizada por el liberalismo ateo, Marcial Cabrera realizó una tarea de crítica y de satirización de las costumbres y prácticas de la sociedad chilena, apuntando sus dardos hacia los órganos conservadores. Además, entre 1898 y 1899, se hizo cargo de un suplemento literario que publicaba este diario, llamado Anexo dominical, al que contribuyó como poeta, crítico y, especialmente, como editor de literatura de la época (Molina Núñez, Julio. Selva lírica: estudio sobre poetas chilenos. Santiago de Chile : Sociedad Imprenta y Litografía Universo, 1917, p. 390-391).

Fue el fundador de la revista Pluma y Lápiz, en la que volcó su visión crítica acerca de la actualidad bajo el seudónimo «Jean Guerrette» y encauzó sus intereses literarios (Figueroa, Virgilio. Diccionario histórico biográfico y bibliográfico de Chile. Tomo II. Santiago: Imprenta y Litografía La Ilustración, 1925-1931, p. 308).

En las páginas de Pluma y Lápiz, Guerrette abrió camino a varios escritores de su tiempo y su iniciativa resultó decisiva para el surgimiento de una generación que renovó la poesía chilena: "La casa 'San Carlos 639' era el hogar de Guerrette y el hogar de la revista. Guerrete era simpático y tenía talento. Había en él cierto magnetismo que atraía al seno de su bohemia a los intelectuales jóvenes de aquella época. En 'San Carlos 639' se reunían, charlaban, leían versos, preparaban el material del semanario" (Molina Núñez, p. 390).

Escritores jóvenes como Víctor Domingo Silva, Jorge González, Ricardo Prieto, Osvaldo Palominos, César Muñoz Llosa, Manuel Magallanes Moure, Pedro Emilio Gil, Jorge Prieto Lastarria y Santiago Pulgar, entre otros, acudieron a él en busca de una salida literaria a sus escritos. Según Julio Molina Nuñez, "Cabrera Guerra, ante todo, estimulaba, enseñaba los nuevos rumbos, las orientaciones futuras. A través de sus impresiones artísticas soplaban ráfagas del aire azul de Francia" (Molina Nuñez, p. 390).

La revista Pluma y lápiz fue también su último aporte a la sociedad chilena, pues en 1912 un problema neuronal lo obligó a recluirse en una casa de salud, donde falleció el mismo año.