La promoción poética que estrenó sus primeras armas literarias entre 1960 y 1973 fue una generación heterodoxa, que sin un sustento programático ni una búsqueda forzada de la ruptura logró renovar y abrir caminos a la poesía chilena. Su desarrollo, bruscamente interrumpido por el golpe de Estado, tuvo como escenario prácticamente todo el territorio nacional.

Tomó forma a través de múltiples grupos y revistas literarias, cuyas centralidades creativas iban desde la contracultura norteamericana y la generación beat -como la Tribu No, con Claudio Bertoni y Cecilia Vicuña- hasta la renovación de la poesía lárica y el rescate de la tradición poética anterior, haciendo de la década de 1960 un terreno bullente y rico en experimentaciones expresivas, que iban de la mano de los cambios sociales y políticos en los que el mundo se encontraba inmerso.

Como metáfora de lo que sucedería en el país después de 1973, esta generación vivió el quiebre de su propia continuidad, dispersándose en el exilio, el temor, la persecución y el silencio, a pesar de lo cual es precisamente de esta generación de donde proviene buena parte de los poetas que hoy conforman lo mejor del panorama creativo nacional.