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Ritmos (1895)

En 1895, apareció Ritmos, poemario de Pedro Antonio González Valenzuela y único libro que el autor publicó en vida. Antes de esta obra, el escritor había dado a conocer poemas dispersos en medios periódicos. La publicación de Ritmos se debió -entre otras razones- al estímulo de Marcial Cabrera Guerra (1871-1912) y el financiamiento de Luis Arrieta Cañas (1861-1961) (Donoso, Armando. "Vida de Pedro Antonio González". En González, Pedro Antonio. Poesías. Santiago: Nascimento,1927, p. 29), crítico musical que colaboró en diarios y revistas como La Libertad Electoral y La revista del Progreso; escribió libros como Críticas y crónicas musicales y Cartas sobre música; y fue uno de los fundadores de la Revista de Chile (1898-1901) (Quiroga, Daniel. "Anotaciones sobre don Luis Arrieta Cañas". Revista musical chilena. Volumen 14, número 70, 1960, p. 80).

Según Armando Donoso Novoa (1886-1946) -quien recopiló los poemas del autor- Marcial Cabrera notó "el claro talento de su amigo, cuyos versos constituían la revelación interesante de un lirismo hasta ese entonces no sentido, que el poeta no se preocupaba gran cosa en cultivar con el estudio". Así, este reunió composiciones inéditas de González y otras obras poéticas que habían aparecido en La Vanguardia, el Almanaque de Carlos Segundo Lathrop, La Revista Cómica (1895-1905) y La Ley (1894-1910) (Donoso, p. 31-32).

El rol de Cabrera Guerra en la publicación de Ritmos ha sido valorado por parte de la crítica. Por ejemplo, en la antología Selva Lírica se comentó: "Si no le hubiera tendido su fraterna mano, ¡cuántos poemas hubieran permanecido para siempre envueltos en la sombra de lo inédito!". Cabrera, a quien sus cercanos llamaban Guerrete, "entró furtivamente a la buharda del poeta, recogió algunas hojas escritas, caídas de su tripódica mesa de trabajo y, publicándolas, llevó al bardo solitario los primeros aplausos de una jornada estruendosamente lírica" (Araya, Juan Agustín y Molina Núñez, Julio. Selva lírica: estudios sobre los poetas chilenos. Santiago de Chile: Soc. Impr. y Litogr. Universo, 1917, p. 390).

Ritmos ha sido leído como un libro que marcó un periodo de transición en la poesía nacional. Se publicó en un momento en que en Chile "clásicos y románticos a la usanza española iban de retirada para dar paso a las renovadoras tendencias de los bardos de Francia". Ritmos, en este sentido, causó una "sacudida" en los "espíritus sedientos de nuevos rumbos. Admirándolo, la juventud empezó a olvidar la frialdad del clasicismo y la artificiosa sensiblería romántica. Así fue como González, precedido por Rubén Darío con su Azul, y secundado por Bórquez Solar con su Campo Lírico y por Francisco Contreras con su Raúl, demolió en gran parte la muralla china que limitaba nuestro estrecho ambiente artístico, y abrió las brechas por las que más tarde habían de penetrar las irisadas libélulas del modernismo" (Araya y Molina, p. 2).

Este momento en que apareció Ritmos, Naín Nómez lo interpretó como un periodo de convivencia entre una poesía "residual" que seguía los cánones europeos y otra "emergente": "Modernización y tradición; romanticismo, naturalismo y modernismo coexistían de una manera que oscilaba entre el pasado y el futuro, entre la carencia de la Europa que se quería ser y la nostalgia del paraíso rural que las capas dominantes asimilaban al paraíso perdido. La recepción crítica persistía en la alabanza a una poesía tradicional y bien medida, ante la cual las primeras expresiones de ruptura temática y formal eran más bien tímidas y desprovistas de capacidad rupturista, por temor al ridículo y a la burla pública". En este sentido, para el crítico, "González es apertura y cierre a la vez. Cierre de la postura romántica totalizadora y grandilocuente, temáticamente heterogénea y trágicamente bohemia. Apertura a un vocabulario nuevo y a una sensibilidad que se perfila hacia lo universal, integrando también la tradición neoclásica y barroca. Hay algo diferente en González, algo revolucionario a pesar de sus desigualdades métricas y temáticas, su proliferación adjetivante y su trascendencia melodramática" (Nómez, Naín. Antología crítica de la poesía chilena. Santiago: Lom Ediciones, 2000, p. 28-29).

Respecto a la relación de Ritmos con el modernismo, Víctor Raviola Molina comentó que este libro "marca el enlace entre poesía romántica y la poesía moderna en Chile y que señaló decididamente el comienzo del movimiento modernista en nuestro país". Para el crítico, ya en el título del poemario se daría cuenta de esa cercanía con el modernismo: "El término ritmo y la cuestión rítmica fueron preocupaciones obsesivas entre los poetas de la nueva escuela" (Raviola Molina, Víctor. El modernismo de Pedro Antonio González. Temuco: Escuelas Universitarias de la Frontera,1968, p. 15-16).